La Gran Revolución Cultural Proletaria

2020-02-15T13:32:46+01:001 de septiembre, 2017|Documentos|

«Estoy yo solo con las masas. Esperando«

– Entrevista con A. Malraux (1965). Mao Zedong

En 1949, año de la proclamación de la República Popular, China era un país económicamente muy atrasado. La industria era escasa y tenía un rendimiento extremadamente bajo (en ese año la producción industrial cae un 53%). Predomina una economía pequeño-campesina (el 80% de la población está empleada en la actividad agrícola). El proletariado ascendía a 8 millones, un 1,5% de la población y un 2,4% de la población activa. La debilidad numérica de este, unida a la feroz represión de 1927 (cerca de 40.000 sindicalistas fueron exterminados), explica que en la toma del poder en China el proletariado no constituyera la principal fuerza revolucionaria. Su actividad en la última fase de la revolución no será en absoluto determinante: no se registrará ninguna ofensiva simultánea en las ciudades (insurrecciones urbanas, huelgas) que acompañe a la ofensiva lanzada desde el campo. El Ejército Rojo está compuesto esencialmente por campesinos y dirigido por campesinos e intelectuales. Los años de guerra de resistencia contra Japón (1937-45) están marcados por imposibilidad de separar la lucha antimperialista de liberación nacional del avance de la revolución proletaria. Quien combata por la liberación nacional china contra las garras imperialistas y fascistas japonesas sólo tiene la opción de unirse a las filas del proletariado y trabajar por la revolución comunista, no hay una tercera vía. En efecto, la victoria de la revolución china se materializa en la derrota de Japón y la proclamación de la República Popular China en 1949, pero esto no podría haberse producido sin la existencia de un poder revolucionario que databa de mucho antes.

En el curso de una lucha armada sin interrupción que se prolongó durante veintidós años, se forja un sistema de poder que tiene en el conjunto Partido-Ejército su núcleo central, apoyado por los órganos del Gobierno y las organizaciones de masas. Este sistema de nuevo poder coexistía temporalmente con el Kuomintang y el imperialismo japonés, pero, como afirmó Lenin en 1917 (La dualidad de poderes), un poder acabaría destruyendo al otro, las contradicciones son antagónicas en terminología maoísta. Destruido el viejo poder y consolidada la Revolución (consolidada con sus limitaciones, por supuesto, la revolución china hasta 1949 fue prácticamente agraria, democrática y nacional), nacía el nuevo problema fundamental: el problema de la transición hacia el comunismo.

En esta nueva “fase” de la revolución tras 1949, entre los dirigentes chinos predomina una cierta inercia: el régimen político era útil, sólo había que hacerle cumplir otras funciones pero sin alterar profundamente su estructura, composición y relación con las masas. La teoría en la que se edifica la transición china hacia el comunismo, como es lógico, es la soviética, el único Estado del planeta que había logrado construir y sostener el socialismo a pesar de las enormes dificultades, el único ejemplo práctico. Aunque esta identificación sea totalmente lógica, Mao siempre manifestó la preocupación de convertirse en un apéndice soviético, de que se crearan unas relaciones de dependencia entre ambos países: «no estamos luchando por la emancipación de China con el fin de entregar nuestro país a Moscú»1. Después de 1949, con la política de bloqueo económico orquestada por el imperialismo estadounidense, con las inundaciones y sequías que afectarían a cuarenta millones de personas, con el atraso tecnológico y la debilidad de la economía china, con la guerra de Corea en el horizonte, el único Estado del mundo que prestó asistencia y apoyo (por cierto, una asistencia que ya había prestado durante la guerra, y especialmente a partir de 1945) fue la URSS. Este hecho, unido a la condena de las posiciones yugoslavas por el conjunto de partidos comunistas y el apoyo de estos a las posiciones oficiales soviéticas, provocó que la concepción soviética de la transición hacia el comunismo fuera asumida acríticamente por el nuevo poder chino. En 1955 comienza un proceso de colectivización agrícola y trabajo cooperativo, que se desarrolla a una velocidad vertiginosa: en sólo dos años la totalidad de las familias rurales (120 millones) trabajan en cooperativas. Mao escribirá en estos años que las masas no deben ser forzadas a asumir esta colectivización2. Es también en estos años cuando Mao comienza a denunciar el despilfarro, la corrupción administrativa y el burocratismo. En 1956 se celebrará el XX Congreso del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), en el que Jrushchov denunciará vergonzosamente la actividad de Stalin; tendrán lugar levantamientos populares en Polonia y estallará la insurrección en Hungría. Un año más tarde Mao hablará de forma totalmente novedosa de la existencia de contradicciones no antagónicas, resolubles incesantemente en la sociedad socialista, o contradicciones «en el seno del pueblo». 1958 será el año del Gran Salto Adelante (en adelante, GSA), proyecto destinado a estimular la producción agrícola apoyándose en la participación e iniciativa de las masas (no se puede entender este año sin la formación de las comunas populares). Se busca establecer un importante flujo de recursos hacia el campo que permita asegurar la necesidad de abastecimiento en cereales de la población, y la descentralización y autoabastecimiento en núcleos económicos inferiores (comunas) es parte clave de la solución de esta necesidad. También en este año se publicará el programa de los Sesenta puntos sobre el método de trabajo, en el que se incluirá una consigna que luego tendría un desarrollo importantísimo en la Gran Revolución Cultural Proletaria (en adelante, GRCP): «los estudiantes deben realizar media jornada de estudio y media jornada de trabajo». A finales de 1958, Mao dimitirá del cargo de presidente de la República para pasar a la «segunda línea». Liu Shaoqi y Deng Xiaoping ocuparían los puestos de dirección. Aunque había comenzado a raíz del XX Congreso del PCUS, el distanciamiento de Mao Zedong con los posicionamientos soviéticos (encarnados en China en esta nueva primera línea) se agranda3. En enero de 1961 el Pleno del CC del PCCh (Partido Comunista de China) aprobará una política que subraya unilateralmente la necesidad de crecimiento económico: las comunas desarrolladas en el GSA son sustituidas por brigadas y equipos de producción emanadas por el propio órgano de dirección y la consigna maoísta de combinar “lo rojo y lo experto” (es decir, la ideología revolucionaria y la solución de problemas técnicos) es sustituida por la reducción denxiaopingista a la técnica: «blanco o negro, un buen gato es el que caza ratones». Muchos de los dirigentes desplazados al comienzo del GSA fueron reestablecidos en sus puestos de responsabilidad, y se permitió la proliferación de tendencias capitalistas en el campo (multiplicación de pequeñas empresas, liberalización del mercado y extensión de las parcelas).

En este claro contexto de lucha de dos líneas Mao volverá a tomar la iniciativa desplegando, en 1962 y durando hasta finales de 1966, el movimiento de educación socialista, llamando a «redoblar la vigilancia» contra las tendencias capitalistas, a educar a las masas en el colectivismo y a movilizarlas para lograr la fusión del movimiento de las ciudades y el campo. Se trata, en resumen, de movilizar a las masas en la lucha de clases bajo la forma socialista, de impulsar la acción ideológica comunista y fusionar el campo y la ciudad (la sociedad rural saldría beneficiada por la fuerte inyección de juventud educada en las ciudades) así como el trabajo manual y el intelectual (la aplicación de la fórmula maoísta ya explicada «mitad trabajo, mitad estudio»). Además, en 1965, se produce la denuncia de «personas que tienen autoridad en el Partido que han tomado el camino capitalista» y se publica el artículo del crítico literario Yao Wenyuan acerca de la obra de Wu Han, alcalde de Beijing y crítico del GSA. Estamos en las puertas de la GRCP. En 1964, en pleno movimiento de educación socialista, Lin Biao (dirigente del Ejército y jefe de la Defensa) compilaría los fragmentos de mayor relevancia de la obra de Mao en un «pequeño libro rojo», de tamaño conveniente para caber en la mochila de todo soldado y en el bolsillo de todo campesino.

La GRCP es la cristalización en una contradicción antagónica de esta lucha de dos líneas que se ha venido produciendo: la línea encabezada primero por Mao, Lin Biao y Zhou Enlai (primer ministro) y posteriormente, tras la muerte de Mao y la claudicación de estos últimos, por la Banda de los Cuatro (Jiang Qing, Zhang Chunqiao, Yao Wenyuan y Wang Hongwen); y la línea del aparato del PCCh, encabezada por Liu Shaoqi, Deng Xiaoping y Peng Zhen, una línea, a ojos de Mao, nacionalista, burocrática, economicista, derechista, partidaria del camino capitalista y que tenía como resultado un divorcio entre las masas y el Partido. Los niveles superiores del aparato del Partido estaban controlados por el ala derechista4, y por ello, según va avanzando la GRCP la organización regular partidista se va eclipsando, va siendo disuelta para ser recompuesta posteriormente. Las organizaciones de masas tradicionales (especialmente sindicatos) son sustituidas por nuevas organizaciones vinculadas con los estudiantes jóvenes hijos de obreros y campesinos (Guardias Rojos, Rebeldes Revolucionarios). En sus inicios, la GRCP es, sobre todo, un movimiento cultural-ideológico, pero se extenderá hacia temas abiertamente políticos hasta aglutinar ambos aspectos, el político y el ideológico (lucha contra el revisionismo y el individualismo, lucha por el poder en los centros de trabajo, colocación de carteles o dazibaos). La lucha entre las líneas tendrá vaivenes y altibajos, y estas se plasman en los documentos teóricos: las Tesis de febrero de Peng Zhen, que intentaban reducir la GRCP al ámbito académico y cultural, así como la creación de grupos de trabajo que capitalizaran la revolución, serían contestadas por el propio Mao en la Circular de mayo, donde se afirma que el combate no es académico, sino una batalla para llevar adelante la revolución y desplazar a los dirigentes que se opongan a ello. Comenzarán las rebeliones estudiantiles, que Mao apoyará al mismo tiempo que se opondrá a la represión de estos. Este apoyo viene condicionado por la búsqueda de la unidad de los estudiantes con Ejército y masas populares5. Ante esta situación caótica y descontrolada, Mao expresará una de sus más citadas pronunciaciones: «todo es caos bajo las estrellas. La situación es excelente». También en 1966, en agosto, tiene lugar la Resolución de la XI Sesión Plenaria del CC del PCCh, conocida como El programa de 16 puntos de la Revolución Cultural, que supuso la condena de los grupos de trabajo formados para capitalizar la Revolución Cultural «desde arriba», es decir, desde los aparatos del Partido, la condena de la represión contra estudiantes en Beijing6 y que el poder y la influencia de Liu Shaoqi se tambaleara gravemente. En esta resolución se realiza un llamamiento a emprender una nueva etapa más amplia y profunda de la Revolución (una revolución que, como todas, tiene un camino zigzagueante y nunca llano), un llamamiento al «atrevimiento» de los cuadros a superar reglamentos y fórmulas anticuados por encima del «temor» de aferrarse a estos, atreverse a «movilizar audazmente a las masas» (la fórmula de ser alumnos de las masas antes de ser sus educadores); y se apunta como blanco principal a «aquellos elementos en el seno del Partido que ocupan puestos dirigentes y siguen el camino capitalista»7. Además, se materializa en un programa todo lo aportado antes sobre la unidad entre el trabajo intelectual y el manual: «la tarea principal de los estudiantes es estudiar, pero también deben […] aprender el trabajo industrial, la agricultura y los asuntos militares y, cuando se presente el caso, tomar parte en la lucha de la revolución cultural para criticar a la burguesía». A su vez, se plantea como objetivo la combinación del movimiento de educación socialista en la ciudad y en el campo. La tasa de analfabetismo se reduce a niveles desorbitados, las ciudades se homogeneizan y se uniforman en el vestido hasta tal punto de que se torna imposible distinguir un campesino de un intelectual.

A principios de 1967 se creará un órgano local de nuevo poder en Shanghái, el Comité Revolucionario, que se extenderá a más localidades: en verano de 1967 los Comités Revolucionarios estaban ya asentados a nivel local en China. Estos tenían una composición mayoritaria de organizaciones de masas y juveniles, y se guiaban por la doctrina de la «triple integración»: representantes de las masas, representantes de los cuadros del Partido, representantes del Ejército. Entre sus labores destacaba sobre todo profundizar en los avances de la GRCP y la lucha ideológica contra el economicismo y el individualismo. El peso mayoritario de la revolución, no sólo a nivel local (Comités Revolucionarios) sino a nivel nacional lo llevan el Ejército y la Guardia Roja: a la hora de zanjar conflictos y conciliar en confrontaciones entre organizaciones de masas, a la hora de apoyar la línea de izquierda en el Partido, actividad propagandística, trabajo productivo en agricultura e industria… Este nivel de participación, unido al surgimiento de facciones enfrentadas (llevando la lucha de dos líneas dentro de la propia línea revolucionaria de izquierdas) provocó una situación de enfrentamiento abierto entre los propios Guardias Rojos, que llegaron hasta a utilizar las armas. A finales de 1967 la llamada será a reconstruir el Partido (prácticamente este, también incluso el mismo gobierno, había sido disuelto temporalmente) y estabilizar la situación: el caos bajo las estrellas comenzó a ser un obstáculo para profundizar en el proceso revolucionario.

En 1968 se intensifica aún más la lucha entre facciones en el ámbito estudiantil de la Guardia Roja. Aumenta la efervescencia contra los derechistas y el proceso de lucha-crítica-transformación empieza a ser sustituido por el de lucha-crítica-destrucción. Las contradicciones en el seno del pueblo se absolutizan y la lucha entre facciones llega, de la vanguardia, a las organizaciones de masas. Las desviaciones son tratadas como contradicciones absolutas que deben ser purgadas en vez de corregidas. Se envían equipos compuestos por obreros a las universidades para permanecer allí y apaciguar la situación, los Equipos de propaganda. Los estudiantes eran enviados a las fábricas y al campo (las llamadas Escuelas de siete de mayo), y los obreros eran enviados a las universidades, para intentar poner de nuevo el énfasis en las contradicciones no antagónicas o contradicciones en el seno del pueblo. El necesario espíritu de lucha ideológica, de crítica y autotransformación había degenerado entre los estudiantes en una defensa identitaria y sectaria (recordemos que estamos en el contexto del 68) que llegó a oponerse al trabajo de estos Equipos de propaganda. La línea maoísta comienza a pronunciarse en contra de la «teoría de los centros múltiples» y llama a «luchar contra el espíritu de clan, el sectarismo y las otras tendencias reaccionarias burguesas que tratan de minar la dirección ejercida por la clase obrera»8.El movimiento estudiantil es insuficiente para completar y profundizar en el proceso revolucionario, es imprescindible la acción conjunta del proletariado y campesinado.

Ya en 1969 se celebra el IX Congreso del PCCh, en el que se modifican los estatutos del Partido (se pronuncia la famosa y maniquea fórmula de «el pensamiento maotsetung es el marxismo-leninismo de la época en la que el imperialismo marcha hacia su hundimiento total y en la que el socialismo camina hacia la victoria en el mundo entero»). En este Congreso además se elige un nuevo CC, compuesto mayoritariamente por miembros del Ejército. Muchos dirigentes serán desplazados de sus puestos de responsabilidad por desviacionismo economicista, aunque la mayor parte de ellos acabarían regresando a la primera línea tras la muerte de Mao, la capitulación de Lin Biao y Zhou Enlai, y la persecución de la Banda de los cuatro. Este Congreso sería uno de los últimos asaltos en los que la línea revolucionaria llevó la iniciativa, una línea que logró imponerse a la hora de lograr avances9 pero que no supo sobrevivir a la muerte del artífice del proceso en 1976.

Analizar los años finales y el declive del proyecto revolucionario en China sin atender al contexto internacional sería un tremendo error: mientras algunos intentan reducir el fracaso del maoísmo a una foto en blanco y negro de Mao dando la mano a Nixon, la realidad es que el movimiento comunista internacional estaba sufriendo una derrota a niveles totalmente inigualables: dentro y fuera de los centros imperialistas la inmensa mayoría de los movimientos revolucionarios bien eran aplastados, bien capitularían hacia el reformismo. Esta derrota tendría su cristalización en los reaccionarios años ochenta: las compañeras revolucionarias habían corrido más despacio que el viejo mundo que las perseguía.

Bibliografía

  1. La larga revolución, Edgar Snow
  2. La China rural, Marthe Engelborghs
  3. La teoría de la transición al comunismo en Mao Tsetung, Eugenio del Río
  4. Cultura y sociedad en China, Xu Lun
  5. La revolución cultural y la crisis china, P. Cavendish, J. Gray
  6. Cultura popular y revolución cultural, López de la Viesca

Notas

  1. Entrevista con E. Snow, julio de 1936.
  2. «No se debe incorporar contra su voluntad a quienes se muestren por el momento apáticos. Sólo convendrá admitirlos por grupos cuando hayan elevado su conciencia política y manifiesten su interés por las cooperativas […]. Debemos esperar con paciencia a que sean conscientes y no violar el principio de voluntariedad forzando su ingreso», Sobre el problema de la cooperativización agrícola.
  3. Al nivel teórico (durante estos años Mao comienza un trabajo de estudio que su cargo no le había permitido realizar antes), los encontronazos son claros: «los soviéticos no admiten la universalidad de la contradicción, fuerza motriz del desarrollo del socialismo», «la lucha de clases sigue existiendo, la lucha entre el socialismo y los vestigios del capitalismo. Pero los soviéticos no lo reconocen», Notas de lectura sobre el manual de economía política de la Unión Soviética (1960). Contra el economicismo Mao propugnará la primacía de la política, la ideología y la práctica. En 1963 se sistematizarán públicamente las divergencias políticas e ideológicas entre China y la URSS, con la publicación de la Carta en 25 puntos.
  4. «Liu Shaoqi y sus aliados en el CC eran realmente los que controlaban la superestructura, los sindicatos, escuelas del partido, ligas comunistas juveniles y los millones de cuadros y burócratas del partido, y todo en nombre de Mao. La mayoría de los cuadros se consideraban leales maoístas. Parece ser que Liu y los camaradas que pensaban como él estaban tolerando el culto de Mao en teoría y contraviniendo el pensamiento de Mao en la práctica», La larga revolución, Edgar Snow.
  5. «La cólera y las condenas manifestadas con respecto a los terratenientes, burguesía, imperialistas, revisionistas y sus lacayos que oprimen y explotan a obreros, campesinos, intelectuales y partidos revolucionarios, así como las luchas entabladas contra ellos, prueban que es justo rebelarse contra los reaccionarios. Os expreso mi cordial apoyo. Y, al tiempo que os apoyamos, os pedimos que prestéis atención al problema de vuestra unidad con todas aquellas personas con las que debéis uniros», Intervención ante los dirigentes del CC de la Liga de la Juventud, 1966.
  6. En este mes Mao escribirá un dazibao que dará la vuelta a toda China, en el que decía: «¡Fuego contra el cuartel general!», y llegaría a calificar la represión de estudiantes revolucionarios como «terror blanco».
  7. Por supuesto, sólo a estos elementos: «hay que poner cuidado en distinguir estrictamente a los derechistas antipartido y antisocialistas de aquellas personas que apoyan al partido y el socialismo, pero que han dicho o hecho algo erróneo, o han escrito malos artículos u obras». Aquí fondea, e inmediatamente se expresará luego, la distinción entre contradicciones antagónicas («entre nosotros y el enemigo») y contradicciones no antagónicas («en el seno del pueblo»).
  8. La clase obrera debe ejercer el liderazgo en todo (1968), Yao Wenyuan.
  9. Reproducimos al completo el párrafo de Snow por su brillantez y claridad expositiva: «ya en 1970 el pensamiento de Mao había logrado extender por toda la nación los siguientes propósitos: acelerar la desaparición de las diferencias entre ciudad/campo; progresar hacia una mayor igualdad de las condiciones materiales y culturales y las oportunidades de los obreros, campesinos, soldados, cuadros y técnicos expertos; integrar el trabajo en las aulas con el de las fábricas en la educación y en la experiencia de cada cual; aplastar todo pensamiento burgués y especialmente sus vestigios entre intelectuales y cuadros; proletarizar la educación superior mediante la integración de estudiantes y trabajadores y la combinación de la práctica laboral con la teoría de las aulas; extender la salud pública y llevar los servicios médicos a las masas rurales; entrenar a todos en el manejo de las armas y a aprender del ejército; crear una generación compuesta de una sola clase de jóvenes con muchas facetas, bien instruidos e inspirados por los ideales de servicio al pueblo», La larga revolución, Edgar Snow.

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