El Poder Dual en Rusia

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Extracto: EL Poder Dual en Rusia

Prólogo

Ocurre con harta frecuencia que cuando la historia da un viraje brusco, hasta los partidos avanzados dejan pasar un tiempo más o menos largo antes de orientarse en la nueva situación creada y repiten consignas que, si ayer eran acertadas, hoy han perdido ya toda razón de ser tan «súbitamente» como «súbito» es el brusco viraje de la historia.

Lenin, 1917. A propósito de las consignas.

¡Todo el poder para los sóviets!» [1], así titulaba Lenin un breve artículo publicado en Pravda el 18 de julio de 1917. Con este artículo, Lenin ratificaba lo declarado el 7 y 11 de marzo en su primera y tercera «Cartas desde lejos» [2, 3], así como en otros tantos escritos publicados al calor de la Revolución de Febrero. Sin embargo, una semana más tarde, Lenin tachaba como inviable la toma del poder por los sóviets, los cuales debían reconstituirse sobre el curso de la lucha frente a la contrarrevolución [4].

El artículo que hoy presentamos vio la luz en 2017, en el centenario de la Revolución de Octubre, como parte del Línea Roja nº.5, «Sobre estrategia revolucionaria y nuevo poder». Hoy, la crisis del imperialismo remueve la conciencia del proletariado que, en ausencia de una orientación revolucionaria, se tambalea entre la reforma y la reacción. El estado de derrota del comunismo, encerrado en viejas recetas, es incapaz de asumir las demandas históricas de la clase a la que pretende representar. Hace tiempo que el marxismo dejó de utilizarse como una guía para la acción para convertirse en un dogma sobre el que proyectar una misma estrategia, fracaso tras fracaso.

La historia del proletariado nos ha mostrado la viabilidad de la revolución, no sin sacrificios, no sin un análisis pormenorizado de la realidad. Probablemente, Lenin haya sido el revolucionario más coherente en cuanto a su pensamiento y, al mismo tiempo, quien más abogó por la adaptación de la táctica revolucionaria a su realidad concreta. Los objetivos y los principios eran inamovibles. La parte quedaba subordinada al todo y no al contrario.

Entre el 27 de febrero y el 4 de julio de 1917, la situación política en Rusia cambió drásticamente. De la vía pacífica a la toma del poder a través de los sóviets [5], se pasó a la imperiosa necesidad de la insurrección armada.En cuestión de días, el eje central de la conquista proletaria tuvo que adaptarse a las calamidades impuestas por la realidad. El pacto entre el Gobierno Provisional y los soviéts, que mantenía en un constante desequilibrio al Estado ruso, se rompió en favor de la contrarrevolución. El salto consciente de eseristas y mencheviques a los brazos del Gobierno, quienes aún mantenían una mayoría de apoyos en los soviéts, puso fin a toda posibilidad de conquista del poder por el proletariado y campesinado ruso. «Todo el poder para los sóviets», aunque nunca lo fue, ya no podía continuar siendo una consigna. Estas palabras, que sintetizaban los pasos necesarios que debían darse para la toma del poder, ya no eran válidas. El poder efectivo había pasado definitivamente a manos de la burguesía. La Revolución de Febrero había finalizado.

La construcción de los soviéts y las conquistas que albergaron, costó la sangre de multitud de proletarios. Para la mayoría, era difícil aceptar que el principal proyecto al que consagraron sus vidas y sus esperanzas había fracasado. Ante esta situación, solo quedaban dos opciones: resignarse y morir aferrado a una ilusión o alzarse frente a la adversidad y adaptar su actividad a las nuevas circunstancias. Los bolcheviques optaron por lo segundo, y deshaciéndose de sus viejos ropajes, sembraron los primeros brotes de la Revolución de Octubre.

Durante los meses que sucedieron al 4 de julio, y pese a la claridad táctica del bolchevismo, el Partido destinado a liderar la insurrección del proletariado procuró, hasta el último momento, el desarrollo de una transición pacífica del poder. En las primeras semanas de septiembre, Lenin, continuó señalando la idoneidad de aprovechar hasta la última oportunidad de transición pacífica, aunque esta era cada vez más improbable [6]. Ante todo, quería evitar una sangrienta lucha que terminase con la vida de miles de proletarios.

Conforme pasaban los días la situación era más cruda. Las organizaciones mencheviques y eseristas, ligadas ya de forma indisoluble al poder burgués, comenzaron a sufrir escisiones que simpatizaban con el bolchevismo, a la vez que su dirección pretendía legitimarse en los soviéts mediante una Conferencia Democrática que contase con una amplia participación de los elementos pequeñoburgueses que aún les apoyaban. El bolchevismo rechazó la participación en la Conferencia, y señalando el carácter burgués de las organizaciones convocantes, lograron el apoyo mayoritario de proletarios y campesinos. La represión de los últimos meses previos a la Revolución, el intento de golpe de Estado de Kornílov y la actividad del POSDR(b), había curtido la conciencia de las masas. Con la mayoría del pueblo a su favor en Petrogrado y Moscú, la insurrección por fin era posible, los bolcheviques debían tomar el poder [7, 8].

La esencia de Lenin y del bolchevismo no residía en ninguna receta, sino en un afán real por la liberación de la humanidad. Su orgullo era la liberación de su clase, no el camino ni la fórmula adoptados. El presente artículo fue publicado con objeto de recoger esa esencia; de transmitir, a través del acontecimiento más importante en la historia del proletariado, el rechazo a la dogmatización de nuestra doctrina. Si hoy, como antaño, nuestro objetivo es la emancipación del proletariado, debemos dar todos los pasos necesarios para conseguirlo. De ningún modo trafiquemos con los principios, pero neguemos la conversión en dogma de tal o cual proyecto, de tal o cual sigla y de tal o cual historia. No es a nuestra actividad, a nuestro pasado, a quién nos debemos. Nuestro destino es perecer, el de nuestra clase construir un mundo nuevo.

Referencias prólogo

[1] V.I.I Lenin. ¡Todo el poder para los Soviéts!. Escrito el 18 de julio de 1917.

[2] V.I. Lenin. Cartas desde lejos. Primera carta. Escrito el 7 de marzo de 1917.

[3] V.I. Lenin. Cartas desde lejos. Tercera carta. Escrito el 11 de marzo de 1917.

[4] V.I. Lenin. A propósito de las consignas. Escrito a mediados de julio de 1917.

[5] V.I. Lenin. Cartas sobre táctica. Escrito entre el 8 y 13 de abril de 1917.

[6] V.I. Lenin. Las tareas de la revolución Escrito en la primera quincena de septiembre de 1917.

[7] V.I. Lenin. Los bolcheviques deben tomar el poder. Escrito entre el 12 y 14 de septiembre de 1917.

[8] V.I. Lenin. El marxismo y la insurrección. Escrito entre el 13 y 14 de septiembre.

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