Según la mitología griega, el antiguo fundador y rey de Éfira fue maldecido por los dioses y condenado en el Tártaro a subir por una colina una pesada roca. Su nombre era Sísifo, y este castigo no sería gran cosa dentro de la épica grecoromana de no ser porque la condenación residía en que justo cuando nuestro protagonista estaba a punto de llegar a la cima, la piedra caía y rodaba cuesta abajo forzando a Sísifo a volver a empezar una y otra vez durante toda la eternidad. Para la historia que nos acontece no han hecho falta maldiciones divinas ni intervención de seres mitológicos, pero como Sísifo una y otra vez diferentes generaciones de comunistas se relevan en la eterna tarea de “recuperar el PCE”, una tarea que generalmente no ha ido acompañada por una visión científica y planificada sino más bien sentimental y emocional. Prueba de ello, es que si le preguntamos a cualquier militante del PCE y sus juventudes sobre que significan dichas siglas para ellos , con total seguridad nos harán alguna referencia a su glorioso pasado revolucionario, como si los Carrillos, los Frutos y los Centellas no fuesen con ellos y ellas. Iniciativa Comunista recoge y hace suyo el heroico legado de las siglas históricas del partido de los y las comunistas del estado español, pero es evidente que, como marxista-leninista, nuestro método de análisis no puede ser otro que el científico, por lo que a la hora de abordar la cuestión de la recuperación de las siglas históricas debemos plantearnos una serie de preguntas.
Constuir el partido de la revolución
«Para hacer la revolución, se necesita un partido revolucionario. Sin un partido revolucionario, sin un partido creado conforme a la teoría revolucionaria marxista-leninista y al estilo revolucionario marxista-leninista, es imposible conducir a la clase obrera y las amplias masas populares a la victoria sobre el imperialismo y sus lacayos. “Fuerzas revolucionarias del mundo uníos, luchad contra la agresión imperialista»
– Mao Tsé-tung
La primera pregunta que toda persona revolucionaria debe hacerse es para qué queremos el partido. Para nosotros y nosotras el partido es fundamental, como no podría ser de otra forma no es ningún fin, sino un medio que científicamente consideramos necesario. Nuestro objetivo final es la sociedad sin clases, para ello la experiencia histórica ha determinado que es necesario consolidar procesos en la lucha de clases y seguir transformando los métodos de lucha y las organizaciones obreras en función a cada momento. En nuestro momento histórico la necesidad del partido de las y los revolucionarios es fundamental. Un partido que aglutine a los elementos más audaces y conscientes de la clase obrera, una partido que se organice y se prepare para la revolución socialista, para el choque y la confrontación entre clases sociales, para superar a nuestro enemigo, para caminar junto a la clase obrera y el pueblo en la construcción de nuestra emancipación. Es por ello que las siglas no sólo nos dan igual, sino que la experiencia histórica nos demuestra que diversas generaciones de comunistas han roto con sus anteriores partidos pese a los lazos emotivos y sentimentales que los unían, tal y como ocurrió con los partidos socialistas obreros o como han hecho múltiples generaciones con el propio PCE.
La construcción del partido va más allá de toda pose o folclore, va más allá de toda sigla o sentimiento melancólico. Es fruto del convencimiento científico de que es la única herramienta que tenemos como clase para lograr nuestros objetivos revolucionarios. Es la responsabilidad histórica que tenemos los y las comunistas con todas aquellas generaciones de obreros y obreras que han dado su vida en todo el mundo para llegar al grado de comprensión que tenemos actualmente de la ciencia revolucionaria. Son millones quienes han regado con su sangre la historia de la lucha de clases y por a tanto nuestra principal tarea es recoger todo ese legado y seguir adelante con determinación. Por eso la principal tarea de toda persona que se considere comunista es la de construir el partido de la revolución sin dilaciones y romper con toda táctica que haya demostrado ser errónea y fracasada.
El pasado debe de servir al presente
«¿En lucha contra qué enemigos en el seno del movimiento obrero ha podido crecer, fortalecerse y templarse el bolchevismo? En primer lugar y sobre todo en lucha contra el oportunismo que en 1.915 se transformó definitivamente en socialchovinismo… y … en largos años de lucha contra el revolucionarismo pequeño burgués.»
– «La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo», V. I. Lenin
La segunda cuestión a dilucidar es si realmente es posible esa recuperación de una línea revolucionaria dentro del PCE. Para nosotras y nosotros es más que evidente de que toda forma de “recuperación” interna es completamente inviable. En la actualidad vivimos un fenómeno contradictorio bastante curioso. Por un lado vivimos una etapa en la que las nuevas generaciones de comunistas vuelven a sentirse identificadas con las figuras históricas de la revolución, incluidas las más atacadas por el propio PCE y la burguesía como puedan ser Lenin, Stalin y Mao. Es por ello que se ha vuelto a recuperar con orgullo el sobre nombre de “marxismo-leninismo”, pero aun a día de hoy sigue vacío de principios y contenido ese supuesto m-l. Aunque el propio PCE no se declara así mismo como m-l, parte de su militancia interna si lo hace –entendemos que esto es un sinsentido, ya que no se puede ser m-l sin estar organizado de forma leninista, parece más bien un reflejo de un liberalismo individualista burgués por el cual la ideología es una cosa individual que se lleva en la intimidad y va más asociada a las consideraciones subjetivas personales que a la perspectiva de clases sociales- . De hecho esa forma de organización por redes individuales y conspirativas nos recuerdan más a las formas bakuninistas de infiltración que ya demostraron ser un fracaso en tiempos de la I Internacional. Pero como decimos, aunque la clase obrera y el pueblo esperase tranquilamente en estos duros tiempos a que quienes lideran esos movimientos internos dentro del PCE triunfasen, al carecer completamente de ideología revolucionaria volveríamos a los tiempos donde pese a figurar en los estatutos el m-l, la organización seguiría completamente carente de fondo ideológico y de ambición revolucionaria. De hecho mayor prueba de lo anteriormente expuesto son las propias juventudes del PCE que se declaran estatutariamente como m-l y sin embargo tienen como referente un partido socialdemócrata con cada vez menos influencia en sus propias principales aspiraciones institucionales y que participa en la suerte de coalición pro OTAN de Unidos Podemos o en la amalgama de ayuntamientos antiobreros que hay diseminados por toda la geografía del estado. De la misma forma que hablábamos antes, veremos a sus juventudes renegar del “traidor” Carrillo, pero sin embargo siguen continuando el proyecto que el propio Carrillo liquidó bajo sus mismos preceptos. Y así, con el pasar de los años, vemos a estos m-l ir renegando uno a uno de los más elementales principios ideológicos.
Y hablando de Carrillo y compañía es imprescindible entender la historia del PCE y del revisionismo para entender la situación actual y las tareas de los y as comunistas. De la misma forma, podemos escuchar como un mantra condenas al XX congreso del PCUS, aquí nadie habla de su homónimo español. En la mayoría de círculos comunistas se suele situar la traición carrillista durante la transición, sin embargo eso no fue más que tiro de gracia que consumó la definitiva destrucción del PCE, una liquidación que llevaba décadas preparándose.
Para ello hay que observar la historia del V congreso del PCE, un congreso que estaba planificado para celebrarse en 1936 y que fue suspendido por el levantamiento fascista, pues bien, este congreso no se celebra hasta 1954. Cómo es conocido, una vez derrotado el nazi-fascismo en Europa en 1945 y establecidas las áreas de influencia, el PCE habría tenido facilidades en organizar dicho congreso, más aun debido a la situación del interior del país y la situación internacional hubiera sido lo más sensato organizarlo cuanto antes. Pese a la derrota en España, el PCE seguía siendo una fuerza política importantísima, la única bien organizada en el interior y exterior del país y contaba con una militancia heroica con una amplísima experiencia y ambición revolucionaria. Carrillo y Pasionaria necesitaban quitarse oposición, y lo hicieron de dos formas fundamentales. Por un lado dejando a un lado a la guerrilla y a las células clandestinas, permitiendo que los fascistas liquidasen a los y las mejores cuadros del partido y por otro lado con las expulsiones masivas en la militancia exiliada en los periodos entre 1947-1950. Al mismo tiempo que los y las comunistas lideraban una heroica lucha en Grecia, China e Indonesia, aquí se abandonó a lo mejor del pueblo a su suerte.
No obstante Carrillo tiene que esperar hasta 1954, un año después de la muerte de Stalin para consumar su golpe de estado revisionista. Tras dicho congreso se empezó a preparar la política de “reconciliación nacional” que fue anunciada públicamente unos meses después de la celebración en 1956 del infame XX congreso del PCUS. Todo lo que viene detrás es la consumación de un plan cuidadosamente preparado, la aceptación del eurocomunismo, la constitución del 78, la monarquía y la desarticulación de las células comunistas convirtiendo el partido en un aparato completamente inmerso en la política y la legalidad burguesa que tenemos en nuestros días.
Escisión tras escisión hemos visto con el pasar de los años, desde los años 60, diferentes grupos de comunistas bien ideologizados, organizados y decididos han abandonado la lucha de retomar el PCE y han tratado de organizarse fuera. Gracias a ellas y ellos hemos vivido momentos intensos de lucha y se han mantenido las tradiciones revolucionarias.
Necesitamos una estrategia revolucionaria
«La actitud de la Tercera Internacional con respecto al parlamentarismo, no está determinada por una nueva doctrina, sino por la modificación de la función del parlamentarismo mismo. En la época precedente, el Parlamento como instrumento del capitalismo en vías de desarrollo, ha trabajado, en cierto sentido, por el progreso histórico. En las condiciones actuales, caracterizadas por la expansión del imperialismo, el Parlamento se ha convertido en un instrumento de las mentiras, del fraude, de las violencias, del bandidaje a su servicio; las reformas parlamentarias, desprovistas de espíritu de continuidad y de estabilidad, y realizadas sin un plan de conjunto, han perdido toda importancia práctica para las masas laboriosas.»
– Resolución del segundo congreso de la III Internacional comunista en 1920
Por último y no menos importante debemos analizar cuál ha sido el papel de las desviaciones oportunistas en cuanto a la política institucional. El tremendo error que sigue persuadiendo a diversas generaciones desde tiempos de la II Internacional del “mal menor” o tratar de mejorar las condiciones de la clase obrera mientras se acumulan fuerzas para la revolución. Lo que la experiencia ha demostrado de dicha política es que más que acumular fuerzas o prestigio del partido frente a las masas lo que ha hecho es todo lo contrario. Ejemplo cercano tenemos el del propio PCE, que paulatinamente ha ido perdiendo peso institucional y ha sido relegado ya a una especie de organización que sale en los libros de historia para la mayoría de las masas, que ni saben que existe. Pese a haber ido abrazando cada vez más abiertamente el discurso de la ideología dominante esto no sólo no ha sido correspondido con una mayor aceptación por parte de las masas, sino por un rechazo cada vez más evidente. De la misma forma el PCF o el PCI aun haber formado parte de los gabinetes de los gobiernos burgueses en sus respectivos países, lo que los revisionistas definen como “tocar poder” han seguido exactamente la misma estela de desintegración interna y de desprecio por parte de las masas. A su vez son los países europeos los que precisamente han protagonizado un mayor crecimiento e influencia imperialista mundial, han dirigido con más fuerza las acometidas contra la clase obrera de sus propios países y han dirigido las reformas antiobreras más duras. Por otra parte, los partidos que se han mantenido firmes en sus principios y que han liderado procesos revolucionarios en sus países han tenido el respeto y admiración por parte de las masas incluso cuando han sido derrotadas por el imperialismo. Afortunadamente la llama de la revolución sigue viva en el continente asiático y americano, de la misma forma que más temprano que tarde volverá a llamar a las puertas de la vieja Europa. Es por ello que hacemos un llamamiento a aquellos y aquellas que comprenden la importancia de la construcción del partido. A aquellas y aquellos que han tomado conciencia y saben que la única salida a la crisis del capitalismo es la salida revolucionaria. A toda la juventud que se siente comunista que comprende que no es suficiente con sentirse algo, sino que es necesario ponerlo en práctica. Os hacemos un llamamiento a no seguir esperando, a poner en discusión estos temas y otros, a pasar a la acción y a tomar parte activa en la construcción de un verdadero movimiento revolucionario. También hacemos una llamada a la reflexión a quienes con su militancia honrada aun no se han percatado de a qué clase social beneficia su trabajo y su esfuerzo. A quienes tras trabajar convecidamente pegando carteles y pidiendo el voto vais a vivir en primera persona los lamentables acontecimientos que se devienen de la pela por sillones, cuotas de poder, antiguos camaradas vendiéndose y dándoos la espalda. No echéis la toalla, no hay momento para lamentaciones ni para claudicaciones, corregir la línea y seguir adelante, apoyar la construcción del partido de los y las Comunistas. ¡No hay ni un minuto que perder! ¡La historia nos espera!
Construir la revolución es construir el partido comunista de línea revolucionaria