Cada comunista tiene la responsabilidad de abrir este camino. No hay otra manera. Durante décadas hemos permanecido desarmados y cautivos, acostumbrados a perder todas las batallas, normalizando la derrota en nuestras almas, desarrollando un activismo sin expectativas tan autocomplaciente como estéril…
Hay que salir de las trincheras para buscar el encuentro. Sin Partido no hay futuro para la clase obrera. Sin Partido, de hecho, no habrá futuro para nadie. Esa es la tarea que la historia nos exige. Despojarnos de egos y dogmatismos, dar los pasos necesarios para rearmar a nuestra clase y salir del cautiverio.
La unidad comunista es un camino que debe concretarse en esa herramienta. Es un camino difícil que nos exige abandonar los caminos muertos, mil veces transitados, para abrir una nueva senda. Es un camino que nos obliga a salir de nuestro espacio de confort, a confrontar nuestras contradicciones y superarlas.
Es un proceso dialéctico tan natural como necesario. Lo nuevo se abre paso con entusiasta convicción. Trae consigo la razón de la necesidad y se enfrenta a lo viejo en esa contradicción. No nos aferremos a lo viejo. Defendamos el futuro que las nuevas generaciones de comunistas están reclamando. Si fuéramos capaces de unirnos, qué hermoso y cercano sería el futuro.
Demos todos los pasos necesarios para abrir este camino.
