Gobierno y banca le pusieron la soga al cuello. Se llamaba José Miguel Domingo y fue inducido al suicidio por el sistema capitalista. Noticias como esta despierta entre los trabajadores la más profunda indignación, nos hace ver con mayor claridad la realidad que se esconde tras los pomposos discursos de ministros y economistas mercenarios.
Algunos hablan del primer suicidio por un caso de desahucio pero se equivocan. Sólo dos días antes, en Las Palmas de Gran Canaria, un joven se quitaba la vida arrojándose desde un puente por el mismo motivo. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca asegura que «hay cientos de suicidios silenciados y miles que lo han intentado o lo han pensado seriamente»
Actualmente se estima que más de 400.000 personas han perdido su vivienda en el Estado español. Según los datos oficiales publicados por el Consejo General del Poder Judicial, durante el segundo trimestre de 2012 se efectuaron 526 desahucios diarios.
Muchas de estas personas desahuciadas tienen menores a su cargo. Estamos hablando de familias enteras que, no solamente son arrojadas a la calle, sino que además son encadenadas a una deuda que les condena de por vida.
La injusticia se hace más insoportable al conocer los datos de Instituto Nacional de Estadística, según el cual hay 5,6 millones de viviendas vacías en el Estado español, muchas de ellas de reciente construcción y en manos de los mismos criminales financieros que están cubriendo a nuestros pueblos con un manto de miseria.
Casas sin gente y gente sin casa. La fórmula es tan sencilla que no cabe pensar en gobernantes torpes e incompetentes. Son criminales, y los desahucios son un crimen premeditado y ejecutado con la mayor de las frialdades.
Un gobierno de criminales que atenta contra los intereses de su propio pueblo, no es otra cosa que un gobierno ilegítimo, ante el cual tenemos el derecho y el deber histórico de rebelarnos. Por mucho que nos intenten convencer de lo contrario, podemos y necesitamos acabar con este sistema de opresión y de injusticia.
Desahuciemos al Estado burgués, desahuciemos a la banca. Tomemos el poder en nuestras manos, escribamos nuestras leyes. Tomemos las fábricas y las casas, repartamos el trabajo y la riqueza. Tenemos la fuerza, tenemos la razón y conquistaremos el futuro.
Los criminales y sus cómplices deberán responder ante el pueblo. La próxima soga que pongan, si acaso, que sea en sus propios cuellos.
F. Pianiski, militante de Iniciativa Comunista