Herederos del Viejo Mundo

2019-11-07T19:39:54+01:003 de septiembre, 2012|Opinión|

Hace poco he leído un informe de 2004 publicado en el diario «Crónica Madrid», en el que se decía que las dos terceras partes de los bosques madrileños son propiedad privada.

Por los datos que manejo, la cosa se reparte de esta manera: el 75% del terreno forestal es privado, un 14% pertenece a entidades locales, un 7% a la Comunidad de Madrid y un 4% es Patrimonio Nacional.

Grandes extensiones de bosques y montañas a las que el populacho no tiene acceso. Caminos públicos cerrados por la cara, con el beneplácito de Esperanza Aguirre, que en 2007 restringió la entrada de agentes forestales a las fincas privadas, dando vía libre para que los terratenientes de turno hagan y deshagan a su gusto.

Al no poder acceder físicamente a estos lugares, uno tiene que conformarse con verlos a través de Google Earth, y a vista de pájaro, en estas fincas encontramos construcciones de dudosa legalidad, grandes palacios y piscinas en medio de la naturaleza.

¿QUIÉNES SON ESTOS TERRATENIENTES?

La respuesta a esta pregunta, o al menos una respuesta parcial, se encuentra a unos pocos clicks de ratón en la Internet. A poco que buscamos, descubrimos que la mayoría de estas fincas, las más espectaculares, pertenecen a Duques, Marqueses, Condes y otros nobles personajes. Nunca me había parado a estudiar con un poco de atención este asunto de los títulos nobiliarios, de hecho, hasta ahora pensaba que el único Barón que quedaba en España era el Barón Rojo, pero cual es mi sorpresa cuando leo en la Wikipedia que en 2009, existían en el Estado 169 baronías, dos de ellas con la distinción de Grandes de España.

Entre los propietarios de ese 75% del terreno forestal madrileño, nos encontramos con personajes como Manuel Falcó Anchorena, VI Duque de Fernán Núñez (título creado por Fernando VII en 1817). Manuel Falcó, que ostenta otros cuatro títulos nobiliarios, todos con Grandeza de España, es el propietario de la finca «La Flamenca», el más importante coto de caza de Madrid, situado en el municipio de Aranjuez. El lugar que Manuel Fraga escogió para irse a cazar, justo al día siguiente del desastre del Prestige.

Investigamos un poco más y nos encontramos con los herederos del Marqués de Suances, quien fuera Ministro de Industria y Comercio durante el primer gobierno del franquismo, y posteriormente presidente del Instituto Nacional de Industria, galardonado con el título de Marqués del año en 1960. Hoy sus hijos son los dueños de la finca «Los Quemados», entre Aldea del Fresno y Chapinería, propiedad que en 2003 les valió para recibir una subvención de 50.000 euros.

Alicia Koplowitz, marquesa de Bellavista y del Real Socorro, (títulos que datan del reinado de Isabel II) junto con su marido, el empresario Alberto Cortina, que casualmente es hijo de otro Ministro franquista, son dueños de la finca «El Hoyo y el Pamplinar» situada entre las Rozas de Puerto Real y Ávila, propiedad por la cual recibieron una subvención de 94.000 euros en 2003.

Los herederos del general golpista Arsenio Martínez Campos, quien impuso la corona de Alfonso XIII a golpe de fusil, fueron propietarios de la finca «El Santo», entre Aldea del Fresno, Navas del Rey y Chapinería. En 2003 recibieron una subvención de 31.000 euros. La última propietaria de la finca, perteneciente a la dinastía Martínez Campos, fue su nieta y Marquesa de Viesca de la sierra, Dolores Martínez Campos, que no se casó con un jornalero sino con un alto cargo de Banesto y Petromed (Dios los cría). En 2007 Manuel Manrique Cecilia, presidente del grupo Sacyr Vallehermoso, compró la finca por 50 millones de euros. No es mucho dinero para una fortuna de 1.600 millones de euros, según publicó el diario «Cónica Madrid» en 2009.

Jaime Perinat , actual Marqués de Alginet, (título creado por Alfonso XIII), hijo del Barón de Ezpeleta y la Marquesa de Alginet, es propietario de «La Carrasca», en Navas del Rey, por la que recibió una subvención de 13.000 euros en 2003.

La mayoría de las fincas privadas de Madrid y del resto del Estado, son propiedad de esta casta de parásitos que se hace llamar Nobleza. Los títulos nobiliarios, que fueron abolidos durante la II República y restaurados durante el franquismo, supuestamente no conllevan ningún privilegio legal en la actualidad, y ni falta que les hace, porque además de ser Duques, Marqueses o Condes, además de poseer grandes extensiones de tierra, también son propietarios de los bancos y las empresas más poderosas del país.

Cuando tiramos del hilo, comprobamos que todos estos banqueros y empresarios que hoy dominan la vida política, no amasaron sus fortunas hace cuatro días. Un amigo me señalaba que muchos de ellos lo hicieron durante el franquismo, y es cierto que se amasaron grandes fortunas durante aquellos 40 años, pero estamos hablando de estirpes, como la Casa de Alba o la Casa de Albuquerque, ¡que se remontan al Siglo XIV!

Al próximo que me hable de hombres ricos que levantaron sus imperios a través del trabajo, la honradez y el sacrificio, sencillamente les recomendaré la lectura de «La llamada acumulación originaria», capítulo 24 de la gran obra de Carlos Marx, «El Capital».

Nosotros, los descendientes de la servidumbre, los proletarios del Siglo XXI, tenemos la responsabilidad histórica de barrer con estos herederos del viejo mundo. Títulos nobiliarios, cetros y coronas, tienen reservado su lugar en los museos del futuro que vamos a conquistar.

F.Pianiski, militante de Iniciativa Comunista

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