Los gobiernos de Europa y EEUU están muy preocupados por la crisis «política y humanitaria» que atraviesa Venezuela, y de forma más o menos decorosa, quieren quitar de en medio a su presidente, Nicolás Maduro. La UE exige elecciones «democráticas», el Gobierno español en la misma línea, mientras la oposición, encarnada en PP y CD´s, hace sonar los tambores de guerra al ritmo que marca la batuta de Trump, que repite el mismo guión ejecutado en Libia en 2011, ese país que también ayudamos a «democratizar», y que hoy es un mercado de esclavos cuyo presidente «en transición» nadie conoce. El mundo libre, ¡siempre tan preocupado por los derechos humanos!
En general, en España tenemos poca memoria y menos intuición política para ver lo evidente: Están preparando un golpe de estado contra Venezuela. ¡Cuántas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo! Seamos claros: Lo único que le preocupa a la UE, al Estado español y a los EEUU son los 300.000 millones de barriles de la reserva venezolana, que es la mayor reserva de petróleo del planeta. A este piadoso interés general por el oro negro cabe señalar los intereses que, deshonestamente, han venido llamando «nacionales» en lugar de privados. Estos son los intereses de cada gobierno nacional, que no son otros que los intereses privados de las empresas a las que representan. Hablando claro: Repsol-YPF, Prisa, BBVA y BSCH, Telefónica, Mapfre… tienen muchísimo interés en poner a un tal Juan Guaidó en la presidencia de Venezuela. Las mismas empresas que no han dudado en despedir a miles de trabajadoras y trabajadores en España, que no dudan en desahuciar a miles de familias en España, quieren ahora «democratizar» Venezuela en nombre del interés «nacional» y los «derechos humanos» al mismo tiempo.
Lo han intentado otras veces. En 2002 también quisieron poner a un tal Pedro Carmona, que era presidente de la patronal venezolana, y que contó con algo más que el aplauso entusiasta del Gobierno español, por entonces presidido por un tal Jose María Aznar. No lo consiguieron entonces y ojalá no lo consigan ahora, porque la cosa es así: los enemigos de Venezuela también son nuestros enemigos, y al enemigo ni agua.
¡Basta de mentiras!
¡No más guerras de rapiña!
¡Con Venezuela y su clase trabajadora!