El próximo 9 de junio se celebran las elecciones al Parlamento Europeo. Como es habitual, la socialdemocracia intenta convencernos de que esta fecha es de vital importancia porque nos jugamos más que nunca. Para ellos, la derecha que se presenta a las elecciones más cercanas siempre es mucho peor que la anterior y que justo por eso esta vez no se puede jugar a no votar. De alguna manera, coincide que esta apremiante excepcionalidad se sucede en todas las elecciones habidas y por haber. Pero la realidad de estos comicios es muy distinta a la película que nos quieren vender.
¿Existe un clima de derechización en Europa? Sí. Las derechas europeas se están rearticulando en torno a un proyecto que busca implementar un férreo control de las fronteras europeas y un aumento de la militarización interna de los países europeos, apelando para ello a la exaltación de los chovinismos nacionales. Frente a ello, la izquierda burguesa se presenta como alternativa a esta ola reaccionaria apelando a los llamados “valores democráticos europeos”. ¿Pero cuáles son, en realidad, los valores de ese proyecto político que representa la Unión Europa?
La UE no es, ni ha sido nunca, un órgano de poder político popular. Tras el cataclismo que supusieron las guerras mundiales, las oligarquías del continente tomaron medidas para un reparto más pacífico del botín imperialista. El órgano precursor de la UE, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (1950), se funda para «hacer la guerra no sólo impensable, sino materialmente imposible». Desde entonces, las instituciones que la conforman velan exclusivamente por los intereses generales del capital occidental en Europa, siempre bajo el paraguas de la OTAN, intentando evitar la proliferación de guerras y contiendas interimperialistas en el continente europeo que tantos estragos causaron en el pasado. Y, como todo órgano de poder político burgués, la UE se justifica recubriéndose de una patética fachada democrática: el Parlamento Europeo.
Es evidente que el Parlamento Europeo no va a obstaculizar los intereses del imperialismo occidental. Da igual la composición de la cámara: jamás se opondrá a la expansión militarista hacia el este de Europa ni al genocidio palestino —en ninguna manera sustancial más allá de gestos—, porque estos fenómenos responden a intereses estratégicos de la OTAN.
El Estado español, en tanto que miembro de pleno derecho, ve alineados sus intereses estratégicos con los de la UE y la OTAN. No somos una colonia, no somos un pelele que simplemente sufre con participar en dichos organismos, sino que nuestra economía se basa en la sobreexplotación del proletariado mundial bajo el paraguas de esta coalición. Así lo entiende hasta el brazo radical de la socialdemocracia patria: el programa de Sumar está plagado de inocentes referencias a nuestra participación en los intereses estratégicos del imperialismo. El envío de armas a Ucrania como consecuencia de un sometimiento consciente al poder del capital financiero pone de manifiesto las limitaciones del campo de acción del reformismo. Incluso los sectores más críticos dentro de la coalición tienen manchadas sus manos con la sangre de miles de proletarios. Nada ha cambiado desde 1914: la socialdemocracia europea siempre ha estado y estará a favor de la expansión imperialista.
El reconocimiento del Estado palestino va de la mano de la justificación política de los territorios ocupados por Israel; ni siquiera proporciona un salvoconducto para que el pueblo palestino pueda recoger las migajas que ofrecen algunos países de Occidente. ¿Acaso van a enviar armas a la Resistencia palestina? Evidentemente, no. Estos gestos diplomáticos responden a un cálculo preciso para contentar al electorado doméstico a expensas de una rencilla con sus aliados genocidas. De ninguna manera esta tensión detiene su avance sobre Gaza. Caer en esta farsa no hace ningún favor a la Resistencia palestina, ni nos acerca a un fin del genocidio, ni mucho menos a la destrucción del Estado de Israel.
Por todo ello, no permitamos que ninguna de las facciones de la burguesía nos engañe con sus cantos de sirena electorales. Tanto la socialdemocracia como las derechas europeas defienden el mismo proyecto: el aumento del militarismo interno y externo como vía para defender el proyecto imperialista europeo que representa la UE.
Los comunistas debemos entender que la participación de nuestros capitalistas en ese proyecto imperialista tiene un impacto determinante en la configuración de la lucha de clases dentro de nuestros Estados. Las potencias imperialistas, con su alto grado de militarización de la vida civil y de cooptación/integración de amplios sectores de la población, no nos lo van a poner nada fácil. Pero pese a todas las dificultades, sabemos que el único camino hacia nuestra emancipación es la construcción del proyecto histórico del proletariado revolucionario, su reconstitución como elemento consciente a través del Partido Comunista.
El oportunista pondrá el foco en que hoy, más que nunca, es necesario votar. Los comunistas, por el contrario, sabemos que hoy igual que siempre necesitamos la organización revolucionaria al servicio del proletariado internacional.
¡No a la OTAN y la UE! !
¡Abajo el imperialismo! !
¡Viva la lucha internacional del proletariado revolucionario !