Experiencia de la organización de la huelga general feminista en Murcia

2020-04-08T10:07:03+02:009 de marzo, 2020|Actualidad|

La Huelga General Feminista del 8 y 9 de marzo es una realidad en la Región de Murcia. El objetivo de este artículo es explicar todo lo ocurrido alrededor de esta convocatoria que, por muchas razones, tiene un carácter histórico. Queremos compartir nuestra experiencia y nuestra visión con las comunistas y feministas, con la esperanza de aportar a nuestra causa común. Nada ha sido espontáneo y todo tiene sus causas. Los resultados y las consecuencias de la huelga serán analizadas más adelante, pero ya a día de hoy se puede decir que las mujeres de Murcia a la vanguardia de organizaciones revolucionarias han hecho historia este 8M-9M del 2020.

Somos el único lugar del Estado Español donde tendrá lugar una huelga general de 48 horas, legalizada por la CGT y secundada por CNT, respondiendo a la demanda de varias asambleas y organizaciones feministas. En los espacios populares horizontales se decidió que la huelga era necesaria y que, además, era necesario convocarla dos días. La CGT se prestó a legalizarla y todo el trabajo realizado posteriormente fue repartido entre el sindicato, asambleas feministas y otras organizaciones que apoyamos la huelga. Todas estas semanas atrás las trabajadoras y las estudiantes organizadas en diferentes espacios hemos trabajado codo con codo, creando una auténtica unidad popular entorno a unos objetivos comunes. Esto no hubiera sido posible sin una unidad ideológica, nacida de la necesidad imperante de la defensa de la mujer más precaria, la mujer trabajadora, que constituye un sujeto que es atacado sin tapujos por los sectores más reaccionarios de la sociedad española.

A pesar de que esto último es una realidad evidente y hace unos meses ningún agente del movimiento feminista se atrevería a poner en duda esta afirmación, la constitución del gobierno “progresista” cambió la tesitura dentro de los espacios de mujeres, originados a partir del 2015 e incluso antes, en nuestra región y en todo el Estado. Es un hecho que los sectores de la órbita de los partidos que hoy forman parte del gobierno están depositando las esperanzas en el nuevo gabinete de ministros. Evidentemente todos estos años atrás su objetivo era formar ese gobierno “de izquierdas”, conquistar las instituciones burguesas para poder implementar una serie de reformas que venían reclamando en las calles desde los espacios feministas. Ahora que han cumplido con ese objetivo, están a la espera de que su trabajo en esa línea dé sus frutos. En este punto es cuando explotan las contradicciones internas del movimiento que se venía gestando desde el principio. Pues siempre ha existido un sector que venía a “asaltar los cielos” del Congreso y otro que abogaba por la creación de espacio de empoderamiento femenino al margen del estado y en contra del mismo. En la situación en la cual los primeros ya están dentro de los más altos aparatos de administración de los intereses de las élites financieras nacionales y los segundos siguen buscando romper la alianza entre el patriarcado y el capital en pos de una salida transformadora y revolucionaria, ya no pueden compartir espacios pacíficamente. Ya no se puede porque los objetivos que perseguimos son, a todas luces, diferentes. Para las mujeres revolucionarias que defendemos los intereses de la clase trabajadora es inútil seguir recorriendo nuestro camino de la mano de reformistas y oportunistas que defienden los intereses de sus partidos, sus intereses identitarios, anteponiéndolos a los intereses de nuestra clase.

Bajando a lo concreto, este año no ha habido una reunión estatal de las representantes de espacios feministas como era costumbre los años anteriores de cara a cada 8 de marzo. Como excusa se habló de la “descentralización” del movimiento, escondiendo el simple hecho de que a los sectores provenientes del PSOE, Unidas Podemos, PCE, CCOO, UGT, etc. no les interesaba enfrentarse en debates con el resto de compañeras del movimiento feminista no subordinadas a sus estructuras burocráticas. No les interesaba porque desconocían si en un movimiento tan amplio y plural la correlación de fuerzas a nivel estatal pudiera ser favorable o no para sus intereses. Como consecuencia, han privado al movimiento feminista de una unidad de acción a nivel estatal, cosa que como comunistas no podemos celebrar. Sin embargo, los sectores combativos y revolucionarios del movimiento en muchas partes del estado han sabido enfrentarse a esa tesitura. Primero en Euskal Herria el 30 de enero y después en Catalunya, Andalucía, Murcia, Valencia y Cuenca se han ganado las batallas internas contra el reformismo y el oportunismo para hacer realidad la huelga laboral, el arma de lucha imprescindible contra la explotación de las trabajadoras. En todos esos territorios hemos visto fenómenos nefastos cuando ex-compañeras y ex-aliados se dedicaron a entorpecer la huelga de manera más deshonesta e irrespetuosa, sumándose al boicot de las huelgas, alineándose con los intereses de los explotadores que también han utilizado todos los medios para invisibilizar la huelga. Esto es una de tantas traiciones que las mujeres trabajadoras no olvidaremos. Nos hemos hartado de decir lo necesaria que era una huelga de verdad, una huelga combativa que hiciera daño al capital y su producción para enfrentarse a la precariedad que vivimos. De decir lo necesario que era seguir avanzando, pues ningún gobierno de un Estado imperialista puede frenar el auge del fascismo desde las instituciones burguesas. De decir que desde esas instituciones, por su carácter de clase, era imposible cambiar la situación estructural de la mujer trabajadora que seguiría siendo precaria en su puesto de trabajo. Pero los reformistas no ven esa realidad o no la quieren ver. Ponen como excusa para no convocar huelga el hecho de que este año el 8 de marzo coincida en un domingo. Piensan que en el Estado español la mayoría de la clase trabajadora no trabaja los domingos, demostrando de esta forma lo alejados que están de la realidad a la que se enfrenta nuestra clase.

Se nos dice que no son excusas y que son estrategias basadas en análisis de la realidad que buscan lo mejor para las trabajadoras, que son tácticas para acercar la revolución socialista, que es el “único camino” (como diría seguramente el PCE), entonces, ¿cómo explican, por ejemplo, el apoyo por parte de la Federación de Enseñanza de CCOO-RM (encabezada actualmente por un militante de IU-PCE) a la “huelga” contra el PIN parental convocada “desde arriba” por el “Sindicato” de Estudiantes el pasado 6 de marzo? Se trataba, como siempre, de una convocatoria unilateral sin ningún consenso con el movimiento feminista, sin ninguna implicación de las estudiantes de la Región de Murcia en el proceso de la convocatoria. ¿Cómo explican la convocatoria de esa “huelga” que venía a crear confusión, romper y a entorpecer todo el trabajo de base que venían realizando las estudiantes organizadas (las de verdad, las que existen en nuestra región, no como la militancia ficticia del SE) junto a las mujeres de organizaciones feministas de cara a la huelga del 8M-9M? La lucha contra el PIN parental estaba prevista de sobra en los planes de la Huelga General de 48 horas. Además, las estudiantes salen con esta huelga a denunciar las condiciones estructurales que impiden la emancipación de las mujeres en el ámbito educativo. Salen a denunciar casos concretos de machismo en las aulas por parte del profesorado. Salen a denunciar la falta de recursos y de medios económicos en cientos de centros públicos, mientras el gobierno regional sigue destinando millones de euros a la educación privada y concertada, personalizada en una institución concreta, la UCAM, cuya dirección es ultra-católica, machista y homófoba. No hay explicación que valga. Es traición y oportunismo.

De manera similar ha ocurrido en Cartagena, donde diferentes organizaciones de carácter reformista, fundaciones o colectivos prácticamente institucionalizados han intentado por todos los medios frustrar el apoyo que desde el Movimiento Feminista de Cartagena debiera darse a la huelga feminista de 48 horas. No sirvieron de nada esas pretensiones tan lesivas para nuestra clase y para la mujer obrera, pues se consiguió en su momento, a través de diferentes colectivos y organizaciones de Cartagena que si trabajan por un feminismo de clase, que se respetara la autonomía del Movimiento Feminista de Cartagena y las votaciones previas donde ya se decidió brindar el apoyo a la Huelga General Feminista del 8M y 9M.

Esta situación pone de manifiesto el problema principal de crear espacios tan amplios, donde ni siquiera hay unas posiciones comunes en aspectos ideológicos claves, como la idoneidad de la huelga, entre otros. El seno del Movimiento Feminista en Cartagena, debido a buena parte de los colectivos integrantes, está destinado a ser reemplazado por una visión que se apoye de lleno en el feminismo de clase, dejando a un lado todo tipo de revisionismos históricos respecto al origen del 8M, colaboraciones de clase con las principales instituciones burguesas de Cartagena o intereses particulares de cada una de esas organizaciones que no apuestan por un auténtico feminismo de clase y combativo.

Uno de los motivos que dichas organizaciones en Cartagena alegaban para negar la posibilidad de huelga durante 48h, incluso solamente el 8M, es la coincidencia de ese día en domingo. Desconocen o pretender obviar por completo, que la situación de las trabajadoras cartageneras un domingo es igual o más sangrante aún que en Murcia, pues no desempeñan una labor de trabajo únicamente a modo de ‘’extra’’ por ser domingo, si no que muchas trabajadoras tienen jornadas que van desde el lunes hasta el mismo domingo. Otro de los motivos por los que intentaron frenar, sin éxito, el apoyo a la huelga desde el Movimiento Feminista de Cartagena es la supuesta poca atención que los medios de comunicación, tanto estatales como locales, dedicaban al feminismo.

En ese sentido, debemos tener claro que los movimientos con potencial revolucionario no deben depender nunca de su nivel de exposición frente a los medios del capital, si acaso servirse de los mismos en determinados momentos concretos, pero jamás ir a rebufo de ellos, permitiendo que dicten la agenda política y social de nuestra actuación a seguir.

Mientras tanto las ciudades y pueblos de la región se llenaban de carteles y pintadas llamando a la huelga general. Muchas compañeras y compañeros han estado pateando las calles. Entre todas hemos repartido panfletos informativos en cientos de centros de trabajo. Algunas trabajadoras recibían los panfletos con miedo, escondiéndolos rápidamente para que no los viera el jefe o las cámaras de seguridad que se han hecho omnipresentes. Algunas nos daban las gracias con toda la sinceridad del mundo, otras se lamentaban que no podían hacer huelga porque les despedirían inmediatamente. En muchos sitios las trabajadoras ni siquiera podían coger los panfletos porque lo tenían prohibido y pedían que se los diésemos a las encargadas o gerentes. Esto sí es terrorismo patronal, esto sí es fascismo. Hasta estos niveles hemos llegado. La mayoría de las trabajadoras no puede hacer huelga, de facto lo tiene prohibido. Es una gran derrota del sindicalismo tradicional. Por eso el sindicalismo que viene tiene que adaptarse a la nueva realidad del mundo laboral atravesado por reformas neoliberales. ¿Cómo vamos a organizar la revolución si las masas trabajadoras más precarias no pueden organizarse? ¿Cómo podemos hacer la revolución sin las mujeres migrantes que trabajan limpiando las casas de los señoritos, que trabajan en condiciones inhumanas en el campo, sufriendo acoso sexual como las temporeras en Huelva, en la hostelería, en comercios, en las fábricas sin condiciones mínimas de seguridad? ¿Cómo hacer la revolución sin el sujeto más interesado en la socialización de los medios de producción y el que tiene mayor potencial revolucionario?

Con la que está cayendo, todo el esfuerzo por organizar a las trabajadoras es poco. Es urgente llevar a la praxis todo nuestro bagaje teórico, aplicarlo de manera creativa a la realidad actual. Seguramente cometeremos muchos errores, pero son necesarios para aprender. Y tenemos mucho que aprender y tenemos que hacerlo rápido. Los que hoy nos dicen que las huelgas no son necesarias, que incluso son dañinas, están privando a las masas obreras de la práctica sindical. ¡Qué decir de la práctica revolucionaria! Para ellos nunca es el momento oportuno, nunca hay fuerzas suficientes (por poner de ejemplo una de las excusas) porque están sumidos en un proceso de acumulación de fuerzas que nunca termina y que no tiene ningún objetivo real más allá de ganarse algunos votos en las elecciones. Lo que obvian todos esos sectores reformistas y oportunistas es la peligrosa realidad del auge del fascismo. En Murcia lo tenemos especialmente presente con un gobierno apoyado por la ultraderecha de Vox. El gobierno “progresista” no se va a quedar para siempre y la reacción va a ser tremenda. Cuando la derecha vuelva al poder acabará barriendo todas las tibias reformas de la socialdemocracia. ¿Qué vamos a hacer entonces? ¿Cómo vamos a resistir sin un tejido popular fuerte y organizado sin dependencia de las instituciones? Por eso es un atentado contra la clase trabajadora de este país cualquier acción que lleve, de forma consciente o no, al desmantelamiento de ese tejido. Por muy buenas intenciones que puedan tener las autoras de la llamada Ley de Libertad Sexual, anunciar esa reforma en días previos al 8M parece más una acción de marketing político. Sumado a que no apoyan la huelga laboral (y sus estructuras políticas, como ya hemos dicho, se han dedicado a boicotear la huelga) tenemos como resultado la desmovilización en las calles y eso es un atentado contra la clase trabajadora. Están desarmando a nuestra clase frente al fascismo y la ultraderecha con la que comparten los espacios institucionales. Las consecuencias de sus actos pueden ser nefastas si los destacamentos revolucionarios, de los cuales cada vez son más los que apuestan por la reconstitución del Partido Comunista, no cumplimos con nuestras tareas basadas en la creación de un Partido de vanguardia que sea capaz de enfrentarse a la expresión más descarada de la dictadura burguesa, el fascismo.

En este proceso la mujer trabajadora es un sujeto clave. Por ello apostamos por el feminismo de clase, entendiéndolo como una parte indispensable de la lucha de clases. Por eso para nosotras es un principio irrenunciable que no vendemos por ocupar un despacho durante unos años. Por eso estamos generando conflictos con la disposición a ganarlos (y lo hemos hecho en más de una ocasión). También estamos resistiendo en todos los ataques fascistas contra las mujeres que son cada vez más. Un ejemplo reciente es la charla que impartió Vox en la Universidad de Murcia, hablando de la “ideología de género”, vertiendo su discurso que busca relegar a la mujer a los trabajos más precarios, a la maternidad forzada y a las cadenas de la esclavitud doméstica. Los organizadores sabían que ese acto iba a enfrentarse a la oposición del estudiantado y profesorado de la institución pública, por eso se han preocupado de tener cerca a su seguridad privada y un dispositivo policial sin precedentes para la universidad. Se limitó el acceso al edificio, se identificaba a todo el que pasaba, hubo varios registros y por si fuera poco, también se produjeron varias agresiones. Otro ataque más a las mujeres más concienciadas y por ello dispuestas a plantarle cara al fascismo. Las mujeres que estaban sumidas en los procesos preparatorios de la huelga general respondieron a la provocación de Vox (¿qué es sino hacer un acto de estas características en vísperas del 8 de marzo?), tratando de defender su espacio. Por otro lado, los agentes del movimiento feminista, partidos y sindicatos que no están organizando la huelga, se limitaron a denunciar lo ocurrido con comunicados. ¿Dónde estaba la numerosa militancia de esas organizaciones de la que tanto presumen cuando hacía falta? ¿De qué sirve tener un gran número de afiliados sin capacidad de actuar en los momentos claves? La cantidad y la calidad no son lo mismo y a algunos les vendría bien dejar de confundir estos conceptos. Sobre todo a aquellos que presumen de ser marxistas.

Para concluir sólo cabe decir que todo el proceso vivido de cara a la Huelga General Feminista del 8 y 9 de marzo en la Región de Murcia ha sido muy útil tanto para el movimiento de las mujeres, como para el movimiento comunista en la región. En numerosos debates y conflictos concretos se ha conseguido desenmascarar a los enemigos de clase, trazando claras líneas de demarcación. Se han puesto en evidencia muchos aspectos que pasaban desapercibidos hasta ahora. En esta coyuntura se entiende mucho mejor el origen de fenómenos muy diversos, como, por ejemplo, la organización de bloques de clase y combativos, críticos con las reivindicaciones interclasistas que nos cuelan algunos agentes en movimientos amplios. Se ha hecho agitación y propaganda a pie de calle, en contacto directo con las trabajadoras. Se han reforzado lazos necesarios, se han roto otros que eran un lastre y se han tejido unos nuevos.

No nos queda otra que terminar llamando otra vez a toda la clase trabajadora de Murcia a secundar la Huelga General Feminista. A ese respecto, hacemos un llamamiento a secundar y participar en todas las actividades que se llevan trabajando desde hace semanas por parte de los diferentes colectivos y asambleas en toda la Región de Murcia. Nos vemos en los bloques de clase, en los piquetes de la PAH, en los piquetes contra la explotación laboral, contra el envío de las tropas y armas para guerras imperialistas, en los piquetes de estudiantes, en las comidas populares y en el resto de espacios organizados por y para nuestra clase. Con una sola voz, unamos nuestros puños para romper las cadenas que nos oprimen, para acabar con el capitalismo y el patriarcado.

¡Ánimo y fuerza, compañeras!
¡La huelga general avanza!
¡Viva la lucha de la mujer obrera!

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