Comunicado de Iniciativa Comunista para 25-N, 2021

Al Estado burgués le encanta llenarse la boca con la “igualdad”, “dignidad” o “progreso” y el Gobierno actual presume de ello en sus intervenciones públicas, apostando por “eliminar la violencia de género” o “feminizar la política”, apelando a las mujeres de la forma más abstracta posible. Pero si descendemos a la situación concreta de las mujeres, vemos que ningún Gobierno tiene intención real de erradicar esta violencia de género, porque mantiene inalterada la condición estructural de pobreza y sometimiento que sufren las mujeres: casi la mitad de las madres solteras está en situación de pobreza; durante el año 2020 las llamadas al 016 aumentaron un 17%; las denuncias por violencia de género descendieron durante la pandemia porque no tenían alternativa habitacional y económica; el 41% de las mujeres menores de 25 años está en paro; el número de mujeres que percibe pensiones entre 300 – 700 euros duplica al número de hombres; el 77% de las mujeres trans sufre discriminación en la búsqueda de empleo; gran parte de las personas en situación de prostitution son mujeres migrantes y éstas perciben hasta un 21% menos de salario que los trabajadores españoles; 3 de cada 4 trabajadores a tiempo parcial son mujeres; el 100% de los desahucios de vivienda de familias monoparentales afectan a mujeres.

¿Acaso puede el Estado y el actual Gobierno social-liberal, eliminar toda esta violencia contra las mujeres con sus políticas de género? Indudablemente no. Porque mientras continúen intactas las relaciones sociales capitalistas, las “políticas moradas” serán solo eslóganes de campañas electorales y actos de partido. ¿Cómo va a protegernos el Estado si es el mismo Estado el que nos desahucia, el que no asegura las condiciones básicas para vivir, el que nos obliga a la explotación asalariada para sobrevivir, el que asegura los beneficios empresariales a costa de la pobreza de las trabajadoras? ¿De qué sirve a las mujeres que haya cuatro vicepresidentas en el Gobierno? Las mujeres no necesitamos feminizar la política, ni acabar con el techo de cristal, ¡necesitamos organizarnos para socavar las relaciones de producción capitalistas!

Y es que la violencia contra las mujeres no es una opresión contingente que vaya de la mano del modo de producción, ni una simple intersección con el capital, sino que forma parte de su propio desarrollo, y ha impregnado todos los planos de la realidad, de la cultura y la ideología. Así que es imposible exigir el fin de la violencia machista si no denunciamos que el modo de producción capitalista la sostiene y la refuerza, creando la precariedad y la dependencia económica femenina. ¿Con qué facilidad pueden las mujeres sortear esta violencia bajo las relaciones familiares o de pareja si no tienen asegurada la independencia económica, la vivienda, la crianza o educación de sus hijos?

Hay que tener claro que las mujeres nunca podrán arrancarse el yugo de la violencia de las relaciones sociales bajo el Estado burgués, y en especial de la violencia machista, que no hay salida en la sociedad capitalista, y que, para derribarla, necesitamos la organización revolucionaria de las mujeres obreras.

¡El Estado no nos protege!
Mujeres, ¡organicémonos!