Echar la vista atrás para saber cómo hemos llegado aquí
En los meses previos a la pandemia y el confinamiento se podían percibir ciertos indicios de la materialización de un malestar latente por parte de las personas trabajadoras de hostelería. En la Región de Murcia las condiciones laborales en el sector son especialmente sangrantes debido a toda una serie de factores. La explotación salvaje era un secreto a gritos, pero hace poco más de un año parecía que el silencio empezaba a romperse.
La conflictividad empezó a aumentar y lo sabíamos no por los informes sindicales, sino de primera mano por las experiencias directas que nos llegaban. Cada vez más trabajadoras dejaban de ver como algo normal los continuos abusos a los que estaban expuestas. El clima empezaba a cambiar. Aumentaban las quejas, hubo denuncias personales en redes sociales (quizás una de las más sonadas en Murcia fue el de una camarera de una de las confiterías “Roses”, a las que se sumaron testimonios de otras trabajadoras), algunos locales aparecían con pintadas, se abrieron varios conflictos sindicales. También cabe mencionar aquí que la lucha de los riders adquiría una gran visibilidad a nivel estatal y ésta aumentaría aún más en los meses del confinamiento. Todo este clima hizo que CCOO y UGT empezaran a prestarle atención a la hostelería en Murcia. Tras una serie de concentraciones sin mucha afluencia (sobre todo por parte de trabajadoras del sector) y sin que la patronal cediera ni un poquito en su posición, las grandes sindicales llegaron a convocar para marzo del 2020 una huelga de varios días con el objetivo de desbloquear la negociación del convenio de hostelería. Pero llegó la pandemia y los sindicatos anunciaron que la huelga quedaba “aplazada temporalmente”. Ahora que ya ha pasado más de un año podemos afirmar que no se trata de un aplazamiento temporal, sino indefinido.
En los meses del confinamiento domiciliario los locales hosteleros que ofrecían repartos a domicilio siguieron funcionando. Esto tuvo dos consecuencias: por un lado, algunas plantillas denunciaban sus condiciones laborales precarias a las cuales se sumaba la novedad de no contar con EPIs o que estos tenían que ser adquiridos por las propias trabajadoras (recordemos que ante la escasez de mascarillas en las primeras semanas de pandemia éstas llegaron a costar hasta 15 euros por unidad); por otro lado, las empresas como Glovo, Just Eat y Uber Eats aumentaron notablemente su clientela. Con los ciclos de cierres y aperturas de locales en la segunda y tercera ola, la hostelería se ha convertido en una especie de barómetro social en cuanto a la situación pandémica. Sin embargo, para las trabajadoras no ha supuesto otra cosa que más inestabilidad e incertidumbre. Las terribles condiciones materiales derivaron en agravamiento de problemas psicológicos relacionados con la ansiedad y depresión. La lucha sindical no se detuvo y algunos conflictos se hicieron públicos gracias a los sindicatos anarquistas (En A la Sazón y Veranda en Cartagena, en El jardín de los dragones en Murcia).
Las trabajadoras de #hostelería han vuelto esta mañana a la Cafetería Veranda – Panadería Mediterráneo de #Cartagena para mostrar su solidaridad con nuestras compañeras despedidas, y para denunciar ante toda la ciudad que en este establecimiento se acosa, se explota y se despide. pic.twitter.com/4ztHDI525u
— CNT AIT Cartagena (@cntaitcartagena) December 5, 2020
Mientras tanto los medios de comunicación ayudaron a construir el relato en torno al lema “salvemos la hostelería”. Contribuyeron a que la patronal pudiera crear una opinión pública favorable a los propietarios explotadores. Se presentaba a las plantillas y al empresariado como tripulación del mismo barco que se estaba hundiendo y al que había que rescatar. Para hacerlo, todas teníamos que ir a una, trabajadores, jefes, clientes, políticos… Escogieron como la imagen representativa del sector al dueño o la dueña de un “bar de barrio de toda la vida”, mientras que la hostelería en la Región de Murcia se parece mucho más a un oligopolio controlado por unos pocos peces gordos. Un ejemplo es el mismísimo presidente de Hostemur, Jesús Jiménez Avellaneda, director del “Grupo Temporaneo” que posee locales muy conocidos como la discoteca Luminata, 609, Alter Ego, Believe, Vayven y Mytica.
Estos peces gordos e hipócritas promovieron varias manifestaciones utilizando sus herramientas (Hostemur y Hostecar) para presionar al gobierno regional de López Miras a soltar la mayor cuantía posible de subvenciones para el sector. Su engaño consistía en presentar a la población que exigían mejoras para todo el sector, medidas que supuestamente favorecerían también a las trabajadoras. Pero el discurso interclasista, como la mentira, tiene las patas muy cortas. El único apoyo político que recibieron fue, para sorpresa de nadie, de Vox. La gran parte de las masas precarias les dio la espalda ya sea de manera consciente o movidas por la intuición de clase.
No obstante, en un estado imperialista en el cual la Administración está al servicio de los capitalistas el respaldo de la clase trabajadora importa poco para sacar adelante políticas en favor de los explotadores. Así que este marzo del 2021, un año después del inicio de la crisis actual, nos llegó la noticia de la aprobación del “Plan de rescate” del sector de hostelería murciano. Dicho plan se consensuó entre el gobierno de López Miras y la patronal (CROEM). Estaba dotado de unos 74 millones de euros para “impulsar el sector”, más de la mitad de ese dinero era a fondo perdido. A esto se sumaban otras medidas fiscales como la exención del pago de las tasas autonómicas y créditos a coste cero, así como un millón de euros para campañas publicitarias (como la reciente “Murcia capital gastronómica”). Una auténtica barra libre para el empresariado pagada por todas. O, dicho de otro modo, la Administración murciana se ha encargado de gestionar los intereses colectivos de los capitalistas del sector de hostelería, transfiriendo el capital procedente de otros sectores (de otros capitalistas y de los impuestos aplicados a la clase trabajadora). Mientras tanto muchas de nosotras tenemos que superar mil trabas y comernos horas de espera al teléfono para poder cobrar el ERTE… Si es que, al final, podemos cobrarlo.
Todo este tiempo atrás se ha tratado de enterrar el malestar de las trabajadoras del sector que están más explotadas que antes de la pandemia (no hace falta mencionar miles de problemáticas y vulneraciones del derecho laboral que sufrimos actualmente). El Derecho es la voluntad de la clase burguesa erigida en ley. Voluntad cuyo contenido está determinado por las condiciones materiales de existencia de su clase (es lo que decían Marx y Engels en un pasaje archifamoso del Manifiesto comunista); y la voluntad del empresariado de hostelería de Murcia es dictada por su necesidad imperiosa de mantener la tasa de ganancia. No se contentan con recibir “paguitas” millonarias del Estado, sino que también necesitan aumentar la explotación de la mano de obra para sacar mayor rentabilidad. Las condiciones del mercado laboral en hostelería y el beneplácito de la Administración hacen que se nos pueda explotar sin problema. Un ejemplo es la cantidad de locales donde se han reducido de manera estrepitosa las plantillas (para mantener una parte en ERTE) mientras que la cantidad de mesas no se reducía en un número proporcional, pues hemos visto concesiones extraordinarias de suelo público para que los locales privados extiendan sus terrazas hasta el punto de inundar las aceras y plazas, impidiendo el paso. Menos trabajadoras para un volumen de trabajo igual o superior, por el mismo salario o, incluso, uno inferior.
Nuestras tareas prácticas
¿Qué podemos hacer frente a todo este panorama desolador? Lo primero es analizar la situación de manera rigurosa. Lo segundo es llevar los conocimientos adquiridos a las masas organizadas. “Resumir las ideas de las masas y llevarlas luego a las masas para que éstas perseveren en ellas y las traduzcan en acción y, de esta manera, formular ideas correctas de dirección: tal es el método fundamental de dirección.” (Algunas cuestiones sobre los métodos de dirección, Mao Zedong). Una cosa que sabemos a ciencia cierta tanto nosotras como los perfiles sindicales más avanzados es que la acción sindical tradicional que recurre a las vías administrativas y judiciales tiene un potencial muy limitado para el sector. La eficacia de estos métodos es cuestionable y la gran mayoría de trabajadoras precarias no puede recurrir a ellos. Es una de las razones por la cual es difícil movilizar al sector en la lucha por un nuevo convenio como pretendían CCOO y UGT a principios del 2020. No es que no sea una lucha legítima y necesaria, sino que es deficiente de partida porque sólo señala una parte del problema y se autolimita. Por muy bueno que pueda llegar a ser el nuevo convenio, éste estará destinado a quedar en papel mojado, igual que el vigente, si sigue sin haber obligación de su cumplimiento. La Administración no puede, ni quiere obligar a los empresarios a cumplirlo.
Por lo tanto, si nos situamos en el plano de la lucha económica, en hostelería se necesita una acción y una organización sindical diferente. ¿Cómo tiene que ser una organización obrera? “La organización de los obreros debe ser, primero, profesional; segundo, lo más amplia posible; tercero, lo menos clandestina posible” (¿Qué hacer? V.I. Lenin). Aquí es donde podemos identificar dos problemas existentes actualmente. Primero, no existe una amplia organización profesional de trabajadoras y trabajadores de hostelería (los sindicatos tradicionales no han podido crearla y abandonaron al sector). Segundo, la libertad sindical prácticamente sólo existe sobre el papel y en la hostelería en Murcia, en la mayoría de los casos, estamos privados de ciertos derechos que sí son reconocidos en otros sectores. Por lo que el grado de clandestinidad o del anonimato de sindicalistas ha de ser mayor. Así que lo que necesitamos en este ámbito son formas de organización flexibles, sin excesivo burocratismo y que no expongan demasiado a sus miembros como condición necesaria para que pueda ser una organización lo suficientemente amplia. A diferencia de lo que ocurre en las organizaciones revolucionarias, de lo que se trata aquí no es tanto de evitar policías infiltrados, sino evitar que los datos de los miembros (nombres, fotos, etc) caigan en manos de los jefes. Los empresarios también “se organizan” y también tienen grupos de whatsapp donde comparten currículums de “personas conflictivas”. Minimizar el riesgo de represalias es importante. La propia realidad nos empuja hacia unas formas de organización y lucha que vayan más allá de las vías administrativas y legales impuestas por el Estado.
Esta realidad (aplicable a otros sectores laborales especialmente precarios) hace que las comunistas tengamos una serie de tareas interesantes. Debemos apoyar y fomentar la organización de las masas proletarias más hondas y más perjudicadas por el desarrollo del sistema productivo en el imperialismo. Pero dado el estado de nuestro movimiento no sólo tenemos bastante que enseñar, sino también mucho que aprender para adquirir conocimientos necesarios para forjarnos como revolucionarias profesionales. Nuestra intervención en la lucha económica que se lleva en condiciones especialmente adversas es necesaria para que puedan surgir perfiles de sindicalistas que no sean meros burócratas especializados en la negociación, sino cuadros valiosos susceptibles a incorporarse a la lucha revolucionaria. Personas con conocimientos prácticos de enfrentamiento contra los patronos y el gobierno, cuyo bagaje sería muy valioso para la ideología comunista y la organización revolucionaria. La acción económica espontánea de las masas puede hacer brotar por doquier nuevos líderes sindicales. Nuestra tarea es elevar a esos líderes medios hacia el nivel de ideólogos políticos, capaces de incorporarse a las tareas actuales de la lucha de clases.
Mancharnos las manos para aprender. Analizar y devolver lo aprendido a las masas. Volver a aprender con ellas. “El conocimiento comienza por la práctica, y todo conocimiento teórico, adquirido a través de la práctica, debe volver a la práctica. La función activa del conocimiento no solamente se manifiesta en el salto activo del conocimiento sensorial al racional, sino, lo que es más importante, también debe manifestarse en el salto del conocimiento racional a la práctica revolucionaria.” (Acerca de la práctica. Mao Zedong). Un movimiento obrero fuerte, no atado al Estado imperialista, que se posiciona abiertamente en su contra, puede ser no sólo un gran apoyo para la lucha económica, sino también para sacar nuestra ideología de la derrota en la que se encuentra a día de hoy. En este movimiento las comunistas debemos tener algo que decir, algo que aportar, pero también debemos ganarnos el derecho a ser escuchadas.
Referencias
- https://laultimahora.es/700-euros-por-jornada-completa-asi-se-trabaja-en-la-pasteleria-de-las-tartas-contra-pedro-sanchez
- https://cadenaser.com/emisora/2020/05/13/radio_valencia/1589388874_163600.html
- https://twitter.com/cntaitcartagena/status/1335311901132263424
- https://www.laverdad.es/murcia/murcia-hosteleria-murcia-20210223103053-nt.html