Antes de opinar o escribir nada de manera precipitada sobre la situación que vivimos en torno al 10N, es conveniente echarle un rápido vistazo, y también meditado, a los resultados reales de las elecciones en Murcia y hacer una comparativa con los comicios anteriores:
Elecciones | PP + Cs + Vox | PSOE + UP + MP | Abstención |
---|---|---|---|
28-A | 472.841 votos | 269.543 votos | 249.060 votos |
10-N | 441.277 votos | 252.610 votos | 308.638 votos |
Creemos necesario aportar estas cifras para romper con la visión que se crea desde los medios de comunicación acerca de lo que ha pasado en Murcia. No podemos caer en análisis simplistas guiados por visiones subjetivas basadas en prejuicios que huelen a clasismo.
En cuanto a lo que vota nuestra clase, se mantiene la misma tendencia que en las elecciones anteriores. En los barrios obreros predomina la abstención y sale ganando el PSOE: cuanto más pobre es el barrio o municipio, por regla general, mayor abstención. La clase trabajadora y las capas populares más humildes no tienen representación y mucho menos votan a la extrema derecha.
Vox, esta vez, ha sido el partido preferido para los señoritos murcianos. No les importa nuestra situación laboral en el campo o en la hostelería porque nuestra ruina les beneficia. No les importa nuestra tierra como están demostrando con la gestión de la crisis ambiental del Mar Menor. No les importa nuestro tejido industrial porque lo desmantelaron en los 90. Les place la represión que sufre el pueblo en Cataluña, igual que se les veía contentos cuando se nos apalizaba en las vías.
Les gustan las medidas económicas neoliberales de Vox: privatización (aún más) salvaje. En la educación lo vemos con el imperio de la UCAM que no para de extenderse. La sanidad privada sigue creciendo, mientras la población se organiza para defender nuestros hospitales, como el Rosell en Cartagena. Con la excusa de la nueva recesión económica sólo cabe esperar más recortes. Más institutos, facultades, consultorios y plantas hospitalarias públicas cerradas. La aclamada por la derecha “libertad de elegir” es la libertad para los ricos, para aquellos que se la pueden pagar.
Cabe añadir que las clases altas murcianas son muy reaccionarias y les gustan discursos machistas, homófobos y xenófobos. Ahora parece que hasta el discurso tradicional del PP murciano les sabe a poco. Por otro lado, no es desdeñable el hecho de que la derechización del voto en Murcia empieza precisamente en los años 90, cuando en nuestra región empieza a ganar peso el sector agrario y la industria relacionada con éste. Era el inicio de un cambio profundo de nuestro tejido industrial. La crisis del sector conservero tuvo sus consecuencias. En las fábricas locales se empleaba, en mayor medida, la mano de obra local, lo cual favorecía una mayor conciencia de clase, en cambio, el sector agrario murciano actual se caracteriza por unas condiciones laborales muy precarias a las cuales está sometida mayoritariamente la población migrante.
Tal y como analizábamos hace unos días junto al Comité 3-21, el verdadero peligro del ascenso de la extrema derecha no radica en que ocupen más o menos escaños en las Cortes (aunque no queremos minimizar las consecuencias de ese hecho), sino en la rienda suelta que le proporcionan al fascismo real que se siente legitimado para llevar a cabo su barbarie, el que intenta levantar la cabeza más allá de las instituciones. El que hace el trabajo sucio al capital en los momentos de inestabilidad económica, política y social. El ejército y la policía son las herramientas de represión legal al servicio de las clases dominantes, pero a esas clases dominantes ya les sabe a poco que nos multen o que nos agredan de manera arbitraria bajo el amparo del marco legal burgués, igual que hoy ya les sabe a poco el discurso conservador del PP y sus medidas económicas. Se sienten amenazados por los avances que estamos logrando, por las luchas que llevamos a cabo y les interesa que haya grupos nazis y fascistas, organizados fuera de las instituciones, que nos aterroricen cuando perdemos el miedo a las palizas policiales y las multas.
Pero más allá de esa Murcia elitista, casposa y minoritaria, está la Murcia trabajadora y solidaria. La que lucha por sus intereses contra el viento y marea. Esa Murcia que se organizó por el soterramiento, la que quiere salvar el Mar Menor, la que llena las calles y plazas en movilizaciones feministas, la que defiende su sanidad y educación, la que se solidariza con el pueblo catalán y no teme a salir a la calle a demostrarlo pese a las amenazas fascistas, la Murcia diversa que le planta cara al odio. La Murcia obrera que lucha por salir de la precariedad y la miseria. Esa Murcia es la que se siente abandonada, sin referentes políticos, la que no confía en las urnas porque no ve cambiar sus vidas aunque cambie el color del partido que esté en el ayuntamiento de turno. Ésta es la Murcia a la que pertenecemos y no permitiremos ni un insulto a nuestra tierra porque sabemos lo que cuesta defenderla.
Las opciones socialdemócratas y reformistas se desinflan. No son capaces de representar a la mayoría social, a la clase trabajadora. Actualmente nuestra clase no tiene su partido y por eso la tarea principal para cualquier comunista es construir el Partido. En esa dirección trabajamos la militancia de IC. No nos desgastamos en procesos electorales en los que siempre ganan los partidos de la burguesía sino que avanzamos en nuestra formación práctica y teórica, organizamos la lucha allá donde podemos, concienciamos a nuestras compañeras y compañeros, nos movilizamos y obtenemos pequeñas, pero necesarias victorias. Y así vamos a seguir, paso a paso, hasta alcanzar nuestro objetivo: la revolución.
Cueste lo que cueste, venceremos
Iniciativa Comunista Región de Murcia