Dicen los periódicos que andáis revueltos. Que convocáis huelgas y manifestaciones. Dicen que estáis cabreados. Ladran también los perros de la caverna: os quieren criminalizar. Un ministro, en concreto, os quiere “españolizar” (sea eso lo que sea). Otros murmuran que las protestas son “de la extrema izquierda”. Y a mucha honra, habría que contestarles. Algún cargo del PP, bastante despistado, menta incluso a la bicha: afirma que, en sus tiempos, “las huelgas las convocaba Batasuna”. Una no sabe si llorar o reír ante tan lamentable comentario.
Dicen los periódicos que andáis revueltos. No es de extrañar; estamos asistiendo –desde hace bastantes años- a la demolición de la educación pública. Yo misma, hace no tanto, era estudiante. Fui parte del movimiento contra la implantación del Plan Bolonia. En aquel momento, mucha gente nos decía que estábamos equivocados. Que las tasas no subirían. Que los posgrados tendrían precios accesibles. Que no se mercantilizaba la educación. Que si nuestras protestas eran ideológicas y que si tal y cual, vamos, el raca-raca de siempre. Pero teníamos razón, vaya si la teníamos.
Ahora, tras una defenestración casi definitiva de la educación superior, le va tocando a la secundaria. Lo llaman “recortes”. Algunas preferimos llamarlo ataques, sí, ataques decididos a minar el derecho a una educación pública, gratuita y de calidad. La clase dominante se sabe fuerte; el mercado manda; pueden expropiar los derechos arañados durante decenios por la clase trabajadora. Quieren aniquilarnos; y lo peor de todo es que lo están consiguiendo.
Dicen los periódicos que andáis revueltos. Y eso me insufla algo de esperanza. No podéis olvidar, jóvenes, estudiantes, que tenéis una gran fuerza. Más de la que creéis. Es cierto que no acaparáis dinero ni poder. Pero tenéis fuerza, nadie lo puede negar. Ya muchas veces a lo largo de la historia el movimiento estudiantil ha demostrado ser un poderoso catalizador en diversas luchas. En mayo del 68, prendisteis la mecha por toda Europa, arrancando mejoras para los trabajadores, sobre todo en Italia y Francia. También en el continente americano. En el Estado español durante los ochenta, pusisteis de rodillas al Gobierno. En el Chile de hoy día, sois la lucha hecha carne. Y eso es en parte porque los adultos, al veros, contemplamos lo que fuimos. Vemos vuestro ardor, vuestra pasión, y nos damos cuenta de cómo los años nos han ido haciendo más cobardes, más idiotas. Más débiles. Sentimos vergüenza. A muchos casi nos han doblegado, nos han quitado las ganas de luchar; a golpes, a desengaños, con horas de trabajo extenuante y televisión insulsa. A otros les han derrotado, o peor, les han convertido en autómatas dóciles y satisfechos. A vosotros y vosotras no. No os han borrado aún el sentido de la justicia, ni la energía, ni las ganas. Todavía no os han arrancado la rebeldía. Por eso os necesitamos.
Una educación pública accesible y de calidad es una apuesta de futuro. Es la igualdad y la dignidad. Es enemiga de este sistema explotador y destructivo. Salid a la calle a defenderla. No deis ni un paso atrás; y no olvidéis que lo importante es la organización. Y la paciencia. Y la pasión. Hablad con vuestros compañeros y compañeras, y con los profesores. No cedáis. Y recordad: se aprende más en un solo día de lucha que en años de clases estériles. Y no cambiéis: porque hay personas que nunca cambian.
Raquel Gómez, militante de Iniciativa Comunista