Pues resulta que le estoy echando un ojo al facebook tras la jornada de Huelga General y me encuentro una foto, compartida por un amigo, en la que aparece la sindicalista apuñalada en Torrelavega mostrando sus lesiones.
Entre los comentarios, la mayoría de ellos en solidaridad con la compañera agredida, me encuentro a dos cretinos soltando perlitas como «Eso te pasa por gilipollas. Lo que no podéis pretender es que todo el mundo cierre su negocio por que vosotros estáis frustrados» (literal, aunque corregido).
No es que pretenda darle mayor relevancia a las opiniones que dos catetos escriban en facebook, pero lamentablemente, creo que reflejan bastante bien el pensamiento reaccionario que se gastan algunos trabajadores. Ya sabemos aquello de que la ideología dominante es la ideología de la clase dominante, así que voy a intentar aportar mi granito de arena en esta batalla ideológica, utilizando como punto de partida los argumentos expuestos por este par de esquiroles.
«Que pasa, ¿que porque vosotros queréis que todo esté cerrado, los demás también tienen que cerrar? ¿Por vuestros cojones? Que yo sepa, los piquetes informativos no se lían a pedradas, ni amenazan ni coaccionan a nadie por tener sus puertas abiertas al público. Porque el derecho de huelga es un derecho, si quieres la haces y si no, no.»
«Esa es la diferencia, que cuando hay huelga os tomáis la puta justicia por vuestra mano, es un derecho no una obligación señores míos.»
«Sois unos camorristas que están cabreados con el mundo. Me alegro, así la próxima vez te lo piensas antes de jugar con el pan de una familia»
El trabajo también es un derecho recogido en la Constitución española (articulo 35), pero por cojones, más de cinco millones de trabajadores están en el paro. Por cojones, muchos trabajadores han tenido que currar durante la huelga, obligados por unos servicios mínimos más que abusivos. Bajo la coacción de los empresarios y la amenaza del despido, muchos trabajadores no han secundado la huelga (derecho recogido en el artículo 28.2 de la Constitución). De hecho, la coacción empresarial no se limita únicamente a la jornada de huelga sino que es una cosa normalizada en el mundo del trabajo. Por cojones se imponen horas extras y otras condiciones, hasta hace poco, en contra de la propia legislación laboral. En materia de explotación salvaje, ahora ya vale casi todo.
Así pues, observamos que la Reforma Constitucional del gobierno del PSOE, los consecuentes recortes en Sanidad y Educación, la Reforma Laboral del PP y las medidas que se van a aplicar a partir de ahora, han sido y serán impuestas por cojones. Y en este contexto de agresión continua contra la clase trabajadora, algunos ignorantes salen con el asunto de los piquetes violentos, que no respetan el derecho al trabajo, que causan destrozos que luego pagamos todos, etc.
Pues miren ustedes, yo les doy la razón. La Huelga es la principal herramienta de lucha para que los trabajadores defendamos y conquistemos nuestros derechos, y estas conquistas siempre se han dado por nuestros cojones y por nuestros ovarios. Camorristas son los reaccionarios que salen con cuchillos jamoneros. Camorristas son los maderos fitipaldis, los que salen con las porras y las pistolas, esperando la orden para golpear impunemente a los obreros. Esos si que pertenecen a la camorra española, esos si que son el brazo armado del PP, del PSOE y de la CEOE. Esos si que juegan con el pan de las familias.
La conquista histórica de la jornada de ocho horas, conmemorada por la clase trabajadora internacional cada 1º de Mayo, no se logró respetando servicios mínimos. No se logró permitiendo que los esquiroles hicieran el trabajo sucio. No se logró por las buenas, con una actitud moderada y respetuosa. Se logró con lucha y con sangre, como diría uno de nuestros camaradas argentinos, se logró «haciendo mierda».
Nosotros nos encontramos en una guerra de clases, y el enemigo va a sacar toda su artillería, va a desatar toda la represión necesaria para evitar que los obreros alcancen sus objetivos. Los trabajadores no podemos esperar que nos regalen nuestros derechos, ni uno sólo de ellos se ha logrado jamás sin luchar. Esto lo sabemos los comunistas, lo saben los anarquistas y todo el sindicalismo combativo. Sirva como inspiración para nosotros y nosotras, quienes debemos hacer todos los esfuerzos posibles para golpear juntos en esta batalla, las palabras que el anarquista Adolf Fischer, uno de los mártires de Chicago, escribiera en las octavillas que servirían de prueba para llevarle a la horca.
«Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza! ¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros. ¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria. Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo. Es la necesidad lo que nos hace gritar: ¡A las armas! Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden… ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!»
F. Pianiski, Militante de Iniciativa Comunista