Un fortín inexpugnable al este del Mar Amarillo

2019-10-11T18:42:08+02:003 de septiembre, 2012|Opinión|

Loable es, aquella actitud humana, que cuanto mayor es satanizada una cosa por el poder, más ganas tenemos de conocerla y entenderla.

No suele ser un lugar común, pero debiéramos aplicarnos el cuento e investigar cuanto acontece en la satanizada República Popular Democrática de Corea, también llamada Corea del Norte.

Los medios capitalistas de comunicación tienen dos guiones para su versión de los hechos. El primero pertenece a la categoría de película de terror, cuyo argumento versa de una dinastía tozudamente comunista en la que sus dirigentes se levantan todos los días con dos trabajos: matar de hambre a su población y construir una gigantesca bomba nuclear para atemorizar al ciudadano occidental. El segundo guión pertenece a la categoría del humor surrealista, propio del cómico Leslie Nielsen. En los mentideros de occidente circula que el recientemente fallecido presidente de Corea del Norte Kim Jong Il era un formidable vicioso, al contar con más de 20.000 películas pornográficas, emulando a ‘nuestro’ rey Alfonso XIII que fue mecenas y fundador del porno ibérico. Si me permiten, hay un chascarrillo mejor, que dice así: el hijo mayor del ex presidente fue defenestrado de la carrera al trono, tras un embarazoso incidente, al ser descubierto con pasaporte falso mientras se disponía a realizar el sueño de su vida: ir a Disneyworld de Tokio. Sin duda, un golpe bajo. No nada peor para un comunista que su hijo sea fan de esa globalizada lobotomía capitalista infantil llamada Disney.

Se puede ser más divertido pero no tan burdo. Si tuviéramos que dar por buenas las cifras de hambruna que nos presentan, sería necesario que cada norcoreano resucitase para poder morir dos veces. Sobre la inmensa colección pornográfica, no sabemos si los críticos demandan que sean repartidas entre la población o si se lamentan de no haber sido juzgado por vicio ante la Corte Penal Internacional de La Haya.

Acercarse a la realidad norcoreana no es fácil pero guarda muchas sorpresas para el novato. Entre otras cosas, tiene un pasado glorioso en la resistencia a los imperialistas japoneses y norteamericanos, así como una rápida construcción económica tras la guerra, con un desarrollo científico e industrial superior al de su vecino del sur en los años ochenta. La dirigencia, tras la caída del campo socialista, no cambió de bando, tampoco cuando le endurecieron el bloqueo. El país ha sido víctima de querer ser tierra soberana y libre de explotadores. Por ello, sigue formalmente en guerra contra el gobierno títere de Corea del Sur, donde permanecen 30.000 militares norteamericanos para ayudar a sitiar por tierra, mar y aire al vecino del norte. Continuamente se ve afectada por la carencia de poder diplomático de negociación, salvo cuando coinciden con los intereses exteriores de la República Popular China, porque Corea del Norte no forma parte del imperialismo, ni participa de esas agendas ocultas que se negocian en las embajadas. Sólo puede defenderse “apoyándose en sus propias fuerzas” (Doctrina Juche), y esa es, concretamente, una de sus mayores contribuciones a la teoría general del socialismo.

Si una nación soberana se presenta ante el imperialismo sin musculatura nuclear se hace muy difícil hacerse respetar. Si no miren a ver porqué Francia esperó a estar armado nuclearmente para poder sumarse a los compromisos de no proliferación. Son quienes cortan el bacalao. Corea del Norte podrá ser acusada de todo, menos de imperialista. Toda su capacidad militar está subordinada exclusivamente a su autodefensa. En cualquiera de los últimos incidentes se puede observar como Corea del Norte, ante violaciones previas de su territorio, responde militarmente de manera contundente pero proporcionada y previsible.

Para entender cuán importante es para el patriota coreano la soberanía nacional, hay que remontarse a los 35 años de ocupación japonesa en Corea entre 1910 y 1945. Calificar a dicha ocupación como “nazi” puede quedar corta por la magnitud del genocidio, las torturas, las masivas violaciones de mujeres obligándolas a ejercer la prostitución, la política de asimilación cultural y lingüística japonesa, esclavitud laboral en fábricas militares en Japón, etc…

Lejos de la percepción general, el régimen socialista norcoreano no ha sido un sistema donde únicamente imperara la decisión vertical administrativa en la economía, sino que la creatividad de las masas siempre ha sido considerada, en la Doctrina Juche del padre de la revolución Kim Il Sung, como una palanca fundamental de las fuerzas productivas. De hecho, han sido grandes innovadores en la implantación de incentivos materiales a los trabajadores para estimular la producción sin caer en la competencia ni en la explotación capitalista (“Movimiento Chollima”). Concretamente buscan premiar a grupos de trabajo en vez de a individuos, a fin de fomentar el interés del trabajador por el mejor funcionamiento del trabajo colectivo. Asimismo se remunera con mayor salario a quien tiene estudios superiores, estimulando así la formación de cuadros. La única excepción capitalista es el Parque Industrial de Kaeson donde se intenta localizar de manera controlada la inversión extranjera.

Antes de cualquier conclusión, todo partidario de que exista biodiversidad de sistemas económicos, tiene que estar a favor de la existencia de países disidentes del capitalismo, como Corea del Norte. Más aún cuando la humanidad está sufriendo indefensa a los embates de la mayor crisis sistémica del capitalismo y el imperialismo campa a sus anchas por el mundo. El mérito de la sociedad norcoreana estriba en constituirse en un sujeto invulnerable, extremadamente eficaz contra cualquier tipo de imperialismo. Eso no se improvisa ni es obra de cuatro locos adictos al poder que lobotomizan a un pueblo. Incluso si aceptamos la existencia de ciertas carencias en la sociedad norcoreana, la estructura y los servicios que ofrece, gracias al plusvalor generado equitativamente por los propios trabajadores, suponen una calidad de vida mejor para TODOS sus ciudadanos que la de cualquier país que no pertenezca al centro imperialista. No obstante, no hay que perder de vista que las contradicciones internas que tiene Corea vienen determinadas por las contradicciones externas que somete el hegemónico capitalismo mundial. No esperemos que Corea del Norte cambie a una sociedad socialista ideal, si nosotros mismos desde cada país no empujamos (con éxito) para cambie el mundo. Ellos nos están esperando a nosotros, y no al revés.

Nos toca, además, preguntarnos autocríticamente si realmente estamos aprendiendo de la Historia, puesto que si poco hemos aprendido del enemigo capitalista, menos aún lo estamos haciendo de nuestros hermanos mayores socialistas.

Tal vez Corea del Norte sea sólo un trozo de dignidad, que habita dentro de nosotros, y que aún no ha podido ser colonizado por el capitalismo. O mejor, es el eco de un grito de resistencia que nos convoca desde el horizonte del océano capitalista, a la espera del momento decisivo, para poder cambiar cuando logremos cambiar al mundo.

Murió Kim Jong-Il pero la antorcha sigue encendida. Larga vida al este socialista del Mar Amarillo.

Por Nikolai Nechaev, militante de Iniciativa Comunista

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